Paisaje similar al del golpe de 1991
La situación es tan movediza en Rusia que da pie a toda clase de especulaciones, incluso las más catastrofistas.Nezavisimaya Gazeta, que controla el magnate Borís Berezovski, se hacía eco el pasado lunes de un estudio científico elaborado por el movimiento nacionalista de izquierdas Derzhava (Estado) con datos supuestamente procedentes de los servicios secretos.
El estudio considera verosímil que la grave crisis actual degenere en un escenario cuyo primer paso sería el aislamiento de Yeltsin "por motivos de salud", seguido de una destitución definitiva por incapacidad manifiesta para seguir ejerciendo el poder.
En esa eventualidad, la Constitución señala que la vara de mando debe pasar al primer ministro, pero Serguéi Kiriyenko, falto de todo apoyo, dimitiría. El jefe de Estado interino sería el presidente del Consejo de la Federación, Yégor Stróyev, que convocaría a las dos Cámaras para elegir un Gobierno de emergencia.
El liberal Grigori Yavlinski, uno de los pocos líderes rusos cuyas credenciales democráticas nadie pone en duda, acaba de declarar que la situación actual es peligrosamente parecida a la de agosto de 1991, cuando se produjo la intentona golpista contra el último presidente de la hoy desaparecida Unión Soviética (URSS), Mijaíl Gorbachov.
"Nadie controla ahora el país", asegura Yavlinski. Alexandr Lébed, uno de los más claros aspirantes a la presidencia en el 2000, elegido recientemente gobernador de la región siberiana de Krasnoyarsk, también cree que se viven tiempos turbulentos. Y no duda en citar, como ejemplo para seguir, el llamamiento al esfuerzo colectivo que Iosif Stalin lanzó para hacer frente a la invasión en la II Guerra Mundial.
"Hay que consolidar a la nación, a todas las fuerzas políticas", dice el hombre que selló la paz en Chechenia. El "padre de la nación", concluye, es decir, Yeltsin, debería encabezar ese movimiento imprescindible para sacar a Rusia del hoyo.
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