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Reportaje:

Un año para no olvidar cuatro días

El presidente Aznar recibió a la familia Blanco cinco días antes del aniversario de la tragedia de Ermua

Carlos E. Cué

Libros, programas especiales, tertulias, ríos de tinta han corrido sobre aquellos "cuatro días de julio" que para muchos marcaron el inicio de una nueva fase en la lucha civil contra el terrorismo y el mundo de los violentos. Ayer, unos días antes de que se cumpla un año desde que ETA asesinara de dos tiros en la nuca al edil de Ermua Miguel Ángel Blanco, de su "pena de muerte anunciada", como la definió su hermana Mari Mar, el presidente José María Aznar recibió en el palacio de La Moncloa a la familia Blanco.El padre, Miguel, un albañil que llegó a Ermua desde su pueblo de Ourense cuando sólo tenía 24 años, es el personaje más tímido, y pocas veces ha aceptado hablar con los periodistas sobre la tragedia que ETA le ha obligado a protagonizar. Consuelo Garrido, la madre, tal vez la más entera de todos, ha asegurado en varias entrevistas que le pidió a su hijo que abandonara la política, a lo que él respondía que sí, que estaba a punto de hacerlo, que ya no se iba a presentar más a concejal por el PP en el pequeño municipio vizcaíno, lleno de inmigrantes como ellos que llegaron desde las zonas pobres de España buscando un futuro mejor.

Es muy posible que Miguel Ángel deseara cumplir la promesa que le había hecho a su madre. De hecho, varios amigos suyos y sus compañeros del grupo Póker, del que era el batería, aseguran que su verdadera pasión era la música, que si se presentó como concejal fue más por obligación moral que por deseo de hacer carrera política.

La hermana, Mari Mar, se ha convertido en la voz de la familia después de que la otra María del Mar, la novia, que se hizo famosa aquellos días y especialmente en el concierto homenaje ofrecido el 10 de septiembre en la plaza de Las Ventas de Madrid, abandonara la escena pública y tal vez la relación con la familia. Este polémico homenaje marcó posiblemente el comienzo de la disolución del espíritu de Ermua, que había agrupado a todos los partidos democráticos para aislar al mundo de los violentos y especialmente a Herri Batasuna. El concierto, con abucheos al cantante Raimon por cantar en catalán y al actor José Sacristán por recitar unos versos de Bertolt Brecht, fue criticado desde todos los partidos, excepto el PP, pero especialmente desde la Asociación de Víctimas del Terrorismo, cuando su portavoz, Paulino Baena, se quejó de que sólo se recordara a esta víctima de ETA y los organizadores se olvidaran de los otros 800 muertos a manos del terrorismo.

Ayer, en una breve comparecencia ante los periodistas en los jardines de La Moncloa, la hermana de Miguel Ángel reconocía que "otras víctimas no han tenido el mismo apoyo". Relató cómo, durante todo el tiempo que ha transcurrido desde la muerte de su hermano, las llamadas y las muestras de cariño han sido constantes por parte de todos los partidos y de cientos de personas que no han dejado de llamar y de enviar flores para mostrarles su apoyo.

Aun reconociendo que el espíritu de Ermua se ha debilitado, Mari Mar quiso ayer recordar que no todo se ha perdido, que con la movilización que siguió a la muerte de su hermano se logró algo que antes no sucedía: que la gente saliera a la calle en masa a protestar en silencio y mostrar su repulsa cada vez que hay un atentado. Según sus propias palabras, ella misma no salía a manifestarse "por miedo a los de siempre", un miedo que ahora se niega a volver a sentir.

Mari Mar pidió ayer a los políticos que recapaciten para recuperar la unidad sin fisuras frente a los violentos. ¿Y el diálogo del PNV con HB? "No se puede dialogar con quien por un lado te ofrece una mano y con la otra te está apuntando".

Al menos en Ermua, el clima que se creó en aquellos días no ha desaparecido del todo. El boicoteo que se estableció contra los comercios cuyos propietarios o trabajadores eran miembros de HB continúa, aunque suavizado. Algunos locales han tenido problemas para mantenerse abiertos y, al menos uno de ellos, situado en el mercado municipal, ha tenido que ser traspasado por falta de clientes.

Nueve personas han muerto a manos de ETA desde aquel 12 de julio. Desde la fundación que lleva el nombre de su hermano, Mari Mar Blanco trabaja para tratar de conseguir que Manuel Zamarreño, el edil popular de Rentería asesinado el jueves 25 de junio, sea la última víctima de la lista.

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