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Muere en prisión el líder opositor nigeriano Abiola días antes de ser puesto en libertad

La noticia cayó como una bomba sobre Nigeria. Moshood Abiola, el más famoso disidente político, murió ayer, aparentemente a causa de un ataque cardiaco, días antes de su puesta en libertad y mientras se entrevistaba con una delegación norteamericana que visitaba Nigeria para pedir al nuevo hombre fuerte del país, el general Abdulsalán Abubakar, el regreso a la democracia. La súbita muerte del vencedor de las elecciones de 1993, anuladas por el Ejército, que le encarceló en 1994 tras autoproclamarse presidente, desató anoche una ola de disturbios callejeros en Lagos.

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"El Gobierno federal lamenta tener que anunciar la súbita muerte del jefe M. K. O. Abiola... El jefe Abiola se sintió indispuesto mientras estaba reunido con representantse de Nigeria y de Estados Unidos", fue la nota hecha pública ayer en Abuja, la capital de la primera potencia de África Occidental. El respetuoso comunicado terminaba diciendo que el cadáver del político podría ser sometido a una autopsia si así lo pedía su familia.Una de las hijas del fallecido dirigente se apresuró anoche a lanzar la sospecha de que su padre podía haber sido asesinado. En declaraciones a la cadena CNN, Hafsat Abiola acusó al régimen militar de "una negligencia médica o de un caso de envenenamiento".

Fuentes oficiales estadounidenses aseguraron ayer en Washington que no tenían "ningún motivo para dudar" de que la muerte del dirigente se hubiera debido "a causas naturales" y añadieron que las autoridades nigerianas iban a realizar una autopsia en coordinación con su médico personal.

Tras mostrar su consternación por lo ocurrido, el presidente Bill Clinton pidió al Gobierno de Nigeria que acelere la transición del país africano hacia la democracia. Pocos días antes de su muerte, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, había logrado arrancar del sucesor de Abacha, el general Abubakar, la promesa de la puesta en libertad de todos los presos políticos, Abacha incluido, y de reanudar la democratización. Annan deploró ayer la muerte de Abiola, que hace una semana, dijo el secretario de la ONU, "parecía disfrutar de buena salud". "Estoy conmocionado por la noticia. Me reuní con él hace poco y esperaba su pronta liberación", aseguró, al tiempo que expresó su confianza en que el Gobierno nigeriano "cumpla su promesa de excarcelar a los presos políticos".

Annan confesó en una conferencia de prensa celebrada la semana pasada en Abuja que había encontrado a Abiola con buen estado de ánimo. El secretario general de la ONU añadió: "Me dijo que no era tan ingenuo como para pensar que podría salir [de prisión] y convertirse en presidente". Precisamente las reclamaciones de sus seguidores, que se negaban a admitir que el precio de la libertad de su líder era la renuncia a la victoria que tenía al alcance de la mano en las elecciones de 1993, fue la causa alegada por Abubakar para aplazar la liberación de Abiola.

Estado de salud

Otras fuentes oficiales nigerianas, sin embargo, afirmaban que Abiola padecía diabetes, asma, hipertensión y dolores crónicos de espalda. La última foto del disidente, en la que aparecía sonriente junto al secretario general de la Commonwealth, Emeka Anyaoku, fue distribuida por la agencia Reuters el pasado viernes. Anyaoku también reiteró la buen impresión acerca del estado de salud de Abiola, y su confianza en una apertura democrática de un régimen convertido en paria internacional tras la negativa de Abacha a suspender la ejecución, en 1995, de ocho disidentes ogonis, originarios del delta del río Níger, entre ellos el escritor Ken Saro Wiwa. Desde entonces, el aislamiento internacional de Nigeria, expulsada de la Commonwealth, no hizo sino agravarse. La situación económica del gigante petrolífero también era especialmente precaria.La inesperada muerte de Abacha y la inminente liberación de Abiola había hecho que las diplomacias británica y estadounidense cambiaran sustancialmente su áspero discurso hacia Abuja. La visita de la delegación estadounidense, presidida por el secretario de Estado para asuntos políticos, Thomas Pickering, la más alta que visita Nigeria desde que Abacha endureciera la represión de toda disidencia, era un espaldarazo a la aparente voluntad democratizadora de Abubakar. Su conversión en preciosos testigos de la repentina indisposición de Abiola no ha servido de garantía al régimen para impedir los disturbios que anoche estallaron en varios barrios de Lagos.

Centenares de jóvenes se echaron a las calles del distrito de Ikorudu, levantaron barricadas con neumáticos en llamas y lanzaron piedras a la policía. En el barrio obrero de Obalende, en una zona próxima a un cuartel, cientos de manifestantes corearon consignas contra el Gobierno que cuestionaban la explicación oficial sobre la muerte de Abiola.

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