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FRANCIA 98

Sexta final de Brasil

Santiago Segurola

Sexta final de Brasil, el equipo que domina el fútbol desde 1950. En aquella final perdió en el célebre maracanazo frente a Uruguay, pero desde entonces hizo de la Copa del Mundo una cosa suya. Cada una de las cuatro finales (1958, 1962, 1970 y 1994) se concretaron con una victoria brasileña. Esta facilidad para estar a la altura de las circunstancias les convierte en el favorito para el título, aunque tenga que enfrentarse a la selección de Francia.Este Brasil no ha sido muy diferente al del Mundial de Estados Unidos. Ha vuelto a ser un equipo contestado, sin demasiada armonía, pero con varios jugadores capaces de ganar partidos. Alguna vez ha sido Ronaldo, en otras Rivaldo y hasta Sampaio se ha atrevido a meter baza. El problema con Brasil es que no puedes cometer una distracción. Si así ocurre, te ganarán.

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El poder de Brasil está en la confianza que tienen y en las estrellas de las que disponen. Si el equipo es sospechoso en su estructura, no importa demasiado. Es evidente que a Dunga le pesan los años y que Rivaldo no es un centrocampista al uso, lo mismo que Leonardo tirado a la derecha por la deserción de Giovanni en el primer partido frente a Escocia.

Tampoco ha sido un equipo generoso en su actitud. Les ha costado manejar los partidos más de la cuenta y con el balón han tenido problemas imprevistos. Pero su pegada es formidable.

Cuando ha llegado el momento, Brasil no ha desesperado. Se ha encontrado con partidos difíciles, resueltos posteriormente con cierta facilidad. Esa cualidad se llama aplomo.

Otra cualidad es estrictamente individual. Si Dinamarca marca en el primer minuto y el encuentro se anuncia difícil, qué mejor que recurrir a Ronaldo. Dos apariciones, dos pases, dos goles. Así de sencillo es el fútbol cuando se cuenta con jugadores que marcan la diferencia.

Otra cosa es la calidad global de su fútbol. Algo sucede cuando su hinchada silba a su entrenador y corea el nombre de Denilson, representante último de la vieja escuela brasileña. Mario Zagalo ha ganado cuatro Mundiales -dos como jugador y otros dos como técnico- pero no es un hombre querido.

En este Mundial, Brasil ha estado muy lejos de los inolvidables equipos del 70 y del 82, referencias perennes para medir la categoría de cualquier selección brasileña. Ésta ha sido una selección menor, en la misma línea que la del Mundial de 1994. Un equipo discutible con varias estrellas indiscutibles. Nadie maneja mejor esta mezcla que Brasil, otra vez finalista y favorita para el título.

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