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FRANCIA 98

La confusión embarga a Brasil

Ramon Besa

A falta de un punto de luz en la divisoria, como ya advirtió en su día Rivelino, Brasil gatea a oscuras por la Copa del Mundo, con dos veteranos exiliados a Japón como avanzadera: el capitán Dunga, con 34 años, y el volante César Sampaio, de 30. El uno, llamado el jefe tanto por su cargo como por su ascendente, es jugador del Jubilo Iwata y el otro actúa en el Yokohama Flugels, el equipo que entrena Carles Rexach. "Un técnico muy divertido", apunta Sampaio sobre Charly. "Nos lo pasamos bien".Dunga es la extensión del entrenador en el campo y Sampaio la solución a balón parado, pues lleva tantos goles como Ronaldo y los tres de distinta factura: uno con la clavícula a la salida de un córner; y los otros dos en acciones posteriores al lanzamiento de una falta. Las jugadas de estrategia son hoy un remedio para los problemas que tiene el equipo en la elaboración del juego.

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"Son jugadas que trabajamos mucho en los entrenamientos", confiesa Sampaio, muy espabilado en aprovechar los amagos de los delanteros previos al lanzamiento del saque de esquina o libre indirecto. "Hay que ir perfeccionando el don del fútbol que nos ha dado Dios", agrega el jugador, futbolista tan laborioso que le ganó el puesto a Conceiçao y persona profundamente religiosa, miembro de los Atletas de Cristo y lector diario de la Biblia. "Me emocioné mucho con los dos goles ante Chile", aclara, "y si me vieron con el rostro iluminado es porque estaba dando gracias al Señor". Las plegarias al cielo se imponen ante la falta de milagros en la tierra. El redentor Ronaldo es aún esclavo de la publicidad.

Hay demasiada gente que va a su bola en Brasil, pese a que Ronaldinho diga que le preocupa más el juego del equipo que su cuenta de goles. "Admito, en cualquier caso, que el sábado yo necesitaba marcar, y por eso estoy feliz. Tengo sed goleadora, pero de golpe me he encontrado con un nuevo rival: los postes". El asunto no está sólo en Ronaldo sino en su acompañante y ahí hay posiciones encontradas: Bebeto o Denilson, por no hablar ya de Rivaldo, al que el ariete recriminó que no le pasara la pelota; Giovanni, descartado tras el primer partido, ni de otras riñas, qué las ha habido y muchas.

Jugó Bebeto en el primer tiempo contra Chile, y Brasil marcó tres goles, pese a que estuvo más confuso que nunca, y salió Denilson en la segunda parte y el equipo anduvo más alegre ofensivamente y, sin embargo, sólo marcó un gol. "Son cosas del fútbol", aclara Mario Lobo Zagalo. "Me gustó más el tramo final. Pero ya advierto que no voy a dar la alineación hasta el día del partido de los cuartos de final".

Más que determinación, liberación, rapidez o ingeniosidad, a Brasil le ha redimido su efectividad y la bondad del calendario. Mientras la crítica americana y europea va cantando misa -que si no hay central, que si se echa en falta un medio centro, y que si debe jugar Bebeto o bien Denilson-, Zagalo responde: "Faltan tres partidos para ser pentacampeones".

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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