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Entrevista:

"Más que un programa de televisión, somos una ONG"

Rosa Rivas

Dicen del Pablo Carbonell entrevistador que está como una regadera. Él no se preocupa de desmentirlo. Pero entre sus ocurrencias y desvaríos artísticos brotan momentos de lúcida sensatez, con o sin las gafas negras de Caiga quien caiga, el informativo irreverente de los domingos de Tele 5 donde este gaditano de 35 años deja su personalísima impronta. CQC, producido por Globo Media, abrirá su paréntesis veraniego el 5 de julio, dejando en ascuas hasta septiembre a una audiencia fiel de 2,5 millones de espectadores. Los reporteros descansarán de la pantalla, pero seguirán maquinando historias y desarrollando otros asuntos propios. En el caso de Carbonell, consolidado como fenómeno televisivo esta temporada, doma su ego codeándose con el público de pequeños teatros mezclando música y humor, hace publicidad, dibuja para la revista A las Barricadas y se abre paso como autor con un libro, Sinsáhara, escrito con su compañera, Eva Salmerón.Pregunta. ¿Es el agitador por antonomasia en CQC?

Respuesta. Siempre me ha gustado mucho ser iconoclasta, y además, como soy muy buena persona, nadie se molesta conmigo, aunque les diga las tonterías más gordas. Soy un tipo a quien la gente le gusta mirar. Soy agradable de ver, y eso me abre muchas puertas.

P. ¿Ha hecho del desparpajo una estrategia periodística?

R. Ya decía Stanislavsky que las palabras no tienen valor. Lo que importan son los tonos, como te comportes. Y yo soy una persona muy educada. A pesar de que haga una pregunta absurda a la que yo ni siquiera sabría responder, me miran y contestan cosas aproximadas, unos en serio, otros en broma. Recuerdo cuando le pregunté a Buero Vallejo que si una obra de teatro tenía seis o siete personajes y dos o tres actos, en base a esto cuántas ardillas hacían falta para un gorrito de Daniel Boone. Pues el hombre me estaba escuchando muy atento, y me podía haber mandado a la porra, pero me dijo: "No tengo ni idea de esas peleterías". Lo cual quedó muy bien.

P. ¿Nunca le han dado un buen corte?

R. Me he dado cuenta de que la gente tiene más sentido del humor del que yo creía. Al principio, cuando era más agresivo, pensaba que aquí estábamos para que nos partieran la boca y que todo vale por la audiencia. Pero ahora no lo creo. A mí me gusta mucho reírme. Tengo muy poca vergüenza y carezco de sentimiento del ridículo. Reírme de mí mismo me ayuda a poderme reír sin malicia de los demás. Pero algunas veces he sido cruel, y me arrepiento, porque no se debe tener mala baba. Aparte de que queda feo por televisión, creo en el eterno retorno de la mala baba: toda la que sueltes, algún día te volverá a caer.

P. ¿El humor es bueno para la salud mental?

R. Pues sí, el humor es muy saludable para activar las células y regenerar las neuronas. Ahora creo que hay un tipo que quiere curar el cáncer a base de hacer reír a sus pacientes. Estaría bien que recomendaran ver CQC como terapia. Incluso creo que estamos haciendo una labor social muy importante por desradicalizar España.

P. ¿Cómo aborda su trabajo en CQC: en plan periodístico o como una interpretación más?

R. Yo participo en la elaboración de las preguntas, y mi cámara, Juanjo Bañó, me ayuda mucho, porque muchos de los chistes que hacemos son realmente muy visuales. Me lo tomo como un trabajo periodístico en el sentido de que nunca debo coger una posición mía clara, sino sacar lo que dice la gente. Ser tendencioso me preocuparía mucho, más que me pegaran. También es un trabajo muy de actor, con una actitud de curiosidad, de desconcierto, de enloquecimiento.

P. ¿La línea de los reporteros intrépidos de CQC ha evolucionado en estos dos años?

R. Creo que una de las claves de nuestro éxito es que somos educados. Aunque hagamos preguntas agresivas, son preguntas inteligentes.

P. ¿Y hacen lo que otros querían hacer pero no se atreven?

R. Nosotros recogemos otra faceta de la realidad y de las personas, su sentido del humor. Es la información que está al otro lado del espejo.

P. ¿Se siente estrella?

R. Mi ego tiene un problema muy complicado: soy muy susceptible a la adulación, me encanta, pero la soporto mal, me hace tropezar. Cuando siento que estoy muy arriba, tengo que hacer un reportaje malo.

P. ¿Hay pelusas por el estrellato entre los reporteros

R. Bueno, yo no les tengo envidia; sólo cuando viajan, porque me gusta mucho viajar.

P. La directora del programa, Montse Fernández Villa, dice que el reportero Carbonell se implica a tope en los reportajes, que tiene el programa dentro de la cabeza. ¿Es perfeccionista?

R. Mucho. Ahora ya no me cabreo, pero antes me cogía unos rebotes enormes cuando me tocaban algún reportaje y le metían tijera. Ahora ya he aprendido a dominar esa cosa tan negativa y me lo tomo todo con mucha más calma. Afortunadamente, tenemos una audiencia fiel, ya no sufro tanto por la audiencia. Lo del ego es muy peligroso. Hay que mantenerlo a raya.

P. ¿CQC ha tocado techo o tiene cuerda para rato?

R. En Navidad del pasado año, cuando le dimos las gafas al Rey, tuvimos cierta sensación de haber tocado techo, pero en realidad, como más que un programa esto es una ONG, una organización de ayuda al ciudadano, mientras exista la actualidad podemos seguir trabajando, y mientras no haya un excesivo cansancio por parte del equipo.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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