"Los romances de ciego son memoria que merece ser guardada"
Nació en 1950 en la célebre Casa de las Flores, en el número 6 de la muy madrileña calle de Hilarión Eslava, y muchos de sus recuerdos de niñez consisten en escenas callejeras de diversas manifestaciones de cultura popular, desde miniconciertos de organillo a espectáculos de amaestradores de ratones, pájaros y otros pequeños animales. Aquel temprano interés de Luis Estepa hacia el arte hecho por la gente llana ha cristalizado ahora en el libro La colección madrileña de romances de ciego que perteneció a don Luis Usoz y Río, un ingente y atractivo trabajo que a lo largo de sus casi 750 páginas descubre una pequeña joya del tesoro recopilado por aquel intelectual boliviano, tan notable como olvidado. La colección de 11.000 volúmenes, legados a la Biblioteca Nacional por la viuda de Usoz en 1873, es única en el mundo en materia de libros heterodoxos españoles del siglo XVI, pero a Estepa le intrigaba en particular un singular apartado de ese monumental fondo.Pregunta. ¿Cómo surgió la idea de recopilar romances de ciego?
Respuesta. Encontré por casualidad en el Rastro un currículo y otros documentos que procedían de los descendientes de Usoz. Luego, buscando en el fichero de su colección de la Biblioteca Nacional, me encontré con tres tomos que agrupan unos 300 pliegos en una serie impresa entre 1845 y 1850. Yo tenía algunos libros de romances sueltos, pero no podía imaginar que hubiera una serie completa.
P. ¿Qué queda de los romances de ciego?
R. Ya no hay nuevas creaciones, pero en muchos lugares de España se conserva la tradición. Me consta que hace poco más de 30 años se interpretaban a las puertas de los mercados canciones de moda de Rocío Dúrcal o Los Brincos, y hasta se vendían las correspondientes hojitas con sus letras. También se glosaban los esfuerzos de los ciclistas y, durante la guerra civil, se relataban las gestas de los militares y políticos de ambos bandos.
P. ¿A quién dirige su libro?
R. Al público curioso en general. Me parece que los especialistas son útiles para hacer tornillos, pero cuando un libro se escribe sólo para estudiosos es un libro fallido. La cultura es universalidad.
P. ¿Cómo hay que leerlo?
R. Como un poema: primero, en voz baja; después, buscándole una entonación, y por fin, haciendo una lectura en voz alta, casi declamando. Lo primero que reclama la atención es la viñeta, pero a medida que te acercas puedes leer los caracteres grandes y más tarde el texto menudo. Con todo, los romances de ciego no son objetos de usar y tirar, sino que pertenecen a una cultura que merece la pena guardar en la memoria.
La colección madrileña de romances de ciego que perteneció a don Luis Usoz y Río, de Luis Estepa. Comunidad de Madrid. Biblioteca Nacional. 3.750 pesetas.
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