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La "ley seca" no surtió efecto

Àngels Piñol

El temor parecía fundado. El prefecto de Marsella, Michel Sappin, lamentaba que el partido se hubiera jugado el lunes dejando por delante un fin de semana a los hooligans. Y el prefecto de la región, Jean Poul Proust, decretó por la mañana el cierre de los bares a las 23.00 horas y prohibió la venta de alcohol a partir de las 16.30, medida que debía regir hasta la madrugada. Error de cálculo: el partido empezaba dos horas antes para los ingleses. Y muchos llegaron en el TGV, tren que partía a las 5.45 de Saint Etienne. En primera y en segunda clase desayunaron con cerveza. La ministra de Defensa, Marie Buffet, deseaba juzgar ayer a los ingleses y expulsarlos cuanto antes.Llegada la tarde, los ingleses fueron tomando el camino de vuelta. Era el fin de su primera aparición por el Mundial. "!La guerra no ha acabado!", gritó un tunecino cuando el partido acabó.

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