Un baile de manchas de color

Helen Frankenthaler (Nueva York, 1928) consiguió abrirse camino entre los artistas jóvenes que seguían en el Nueva York de los años 50 la estela del expresionismo abstracto con determinación. Frankenthaler, ex esposa del pintor Robert Motherwell, ópto por seguir, con sólo 23 años, la pista del pintor Jackson Pollock, ya encumbrado entonces. Como él, prescindió del caballete y el pincel para crear sus obras y con su innovadora técnica creo la obra Montañas y mar. Desde ayer, el Museo Guggenheim muestra la exposición Después de "Montañas y mar": Frankenthaler 1956-1959, que reúne 15 obras que marcaron la incipiente trayectoria de la artista. "Ella comenzó a utilizar lienzos sin preparar sobre los que vertía la pintura, en un baile que recorría la obra, con capas finas de color y dibujos", explicó ayer en solitario la comisaria de la exposición Julia Brown. Frankenthaler, quien a los 70 años conserva el aspecto de mujer de rompe y rasga, no soportó ante los periodistas más que los minutos justos para agradecer la organización de la exposición y recordar que estuvo por vez primera en Bilbao hace 45 años. De aquel viaje, se encuentran huellas en la exposición, como la pintura Playa vasca, un singular paisaje cargado de color. Pero de su obra, ni palabra. "Las pinturas deben hablar por ella", justificó Brown.Frankenthaler coincidió con la visita del mayor benefactor de la Fundación Guggenheim. Peter B. Lewis, presidente de una empresa de seguros, está comprometido a donar a la Guggenheim más de 7.500 millones de pesetas, que serán invertidos en operaciones financieras.