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Reportaje:

El ruido en la capital supera el límite fijado por la OMS

Madrid es una ciudad para sordos. El nivel medio de sonido (expresado en decibelios) recogido en las seis estaciones de medición acústica del Ayuntamiento superó los 65 decibelios durante la mayoría del año, el límite de tolerancia recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de todo, el gobierno municipal, del PP, insiste en que los niveles acústicos son semejantes a los de hace 20 años, a pesar de que el tráfico ha crecido un 30%. El sonido procedente del tráfico (bocinas, motores, tubos de escape de motocicletas...) genera el 80% de la contaminación acústica en la capital. El resto del ruido procede de industrias, locales, áreas comerciales y otros focos. "Madrid tiene el mismo ruido que cualquier otra gran ciudad europea. En las ciudades del sur, como es ésta, se hace más vida en la calle, hay más actividad, y eso se nota", asegura el máximo responsable del control de ruidos en el Ayuntamiento, Plácido Perera.El Ayuntamiento colocó hace siete años medidores de sonido en seis puntos muy específicos de la ciudad. En dos de ellos, plaza de Castilla y calle de Isaac Peral, se superó algunos meses el nivel máximo de 70 decibelios permitido por la ordenanza municipal. En las estaciones de las Escuelas Aguirre, plaza de Legazpi, Barceló y Manuel Becerra se sobrepasaron, por su parte, los 65 decibelios.

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La edil socialista Ruth Porta culpa de estos resultados al PP. "El gobierno municipal se ha gastado en los últimos tres años casi 1.300 millones en conocer el nivel de ruido que soportamos los madrileños, pero no ha invertido una sola peseta en combatirlo y reducirlo", señala. Para septiembre, el Consistorio habrá instalado en la capital hasta 25 estaciones de medición acústica. Y a partir del 15 de junio, el Centro Municipal Acústico medirá el sonido provocado por los vehículos pesados y los de obras públicas.

¿Hay soluciones a tanto ruido? Para el concejal de Medio Ambiente, Adriano García- Loygorri, "lo fundamental es promover el uso del transporte público como alternativa al vehículo privado". Y confiesa: "No es nada fácil".

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Sirenas y alarmas

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El ulular de las sirenas y las alarmas también provoca quebraderos de cabeza al Ayuntamiento. La ordenanza limita a 95 decibelios el sonido de las ambulancias. Además, estos vehículos deben llevar un piloto azul cuando la ambulancia va a buscar a un enfermo y otro rojo, durante el viaje hasta el centro sanitario. "Se ha quedado en papel mojado. Las sirenas siguen sin llevar los pilotos reglamentarios, suenan cuando les da la gana y el Ayuntamiento no multa a nadie", dice Ruth Porta. El concejal Loygorri reconoce: "En este punto se actúa con más lentitud de la que nos gustaría. A pesar de todo, se ven más ambulancias por la ciudad con las sirenas apagadas y eso es buena señal".Para hacerse una idea de cómo son los "sonidos urbanos", un martillo neumático alcanza los 120 decibelios. En el interior de una discoteca puede llegarse a los 105, mientras la voz humana oscila entre 40 y 60 decibelios.

Para el experto municipal, Plácido Perera, "el ruido de la ciudad no provoca lesiones irreversibles, pero sí puede favorecer la aparición de problemas de estrés y falta de concentración".

Los médicos están de acuerdo. El doctor Hernández Calvín, especialista en otorrinolaringología, señala que el exceso de decibelios tiene efectos físicos ("pérdida auditiva, aceleración cardiaca, mayor presión arterial") y psicológicos ("nerviosismo, agresividad, falta de concentración"). Y añade: "Madrid es muy ruidosa y la mayoría de las calles tienen unos niveles de 65 a 70 decibelios. A pesar de todo, mucha gente no es consciente de los problemas que causa".

Pero no todo el ruido proviene del tráfico ni del exterior. Los locales musicales, bares y discotecas también provocan las iras vecinales. Según el departamento de Contaminación Atmosférica, durante 1997 se presentaron una media de 300 denuncias diarias por exceso de ruidos. Los vecinos de zonas como las de Malasaña, Huertas y algunos puntos de Chamberí y Salamanca han mostrado en más de una ocasión su rechazo al sonido nocturno. "Es infernal dormir. Durante todo el año tienes el ruido de los bares y toda la casa tiembla con la música de las discotecas. Luego viene el verano, todo el mundo sale a beber a la calle y no puedes ni abrir la ventana", explica un vecino de la plaza de Barceló, uno de los puntos que más denuncias ha puesto ante la Junta Municipal.

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