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El regreso del populismo

La izquierda indiferente a las realidades económicas, llena de principios pero orientada sobre todo hacia la defensa de algunas categorías sociales, está en vías de desaparición. En España, evidentemente, gracias a Felipe González; en Italia también, tras los escándalos de la era Craxi; incluso en Francia, a pesar de que en este país resista mejor que en otros. Tras 20 años de un liberalismo cada vez más brutal, es evidente que la izquierda debe dedicarse a combinar la apertura a la economía mundial y la reconstrucción de las sociedades nacionales. En pocas palabras, la izquierda se convierte forzosamente en centro-izquierda. Esta evolución se acelera cuando la derecha debe controlar a la extrema derecha nacionalista y xenófoba y, por tanto, acercarse a ella, algo que Margaret Thatcher realizó con gran eficacia al eliminar al National Front y las derechas francesas no consiguen hacer. De todos modos, cuando la derecha se sitúa muy a la derecha, una parte del centro desea acercarse a la izquierda, que, de este modo, se encuentra atraída hacia el centro. Se abre entonces un espacio más o menos grande en la extrema izquierda. España e Italia tienen partidos de extrema izquierda; Francia ve cómo se multiplican movimientos de protesta social dirigidos contra el Gobierno de la izquierda plural. Hasta en Alemania parte de los Verdes han seguido siendo fundis (fundamentalistas) y no han querido volverse realos con Joschka Fischer o Daniel Cohn-Bendit.Es, pues, tan normal ver llenarse un espacio de extrema izquierda como que en países como Francia -donde la derecha ha sido sobre todo un centro-derecha- se forme una extrema derecha aparentemente muy fuerte, pero tal vez tan diversa y frágil como lo es la extrema izquierda que se reconstituye.

Pero además de constatar el renacimiento de la extrema izquierda, hay que preguntarse su contenido, y resulta fácil comprobar que en este espacio coexisten tendencias no sólo diferentes, sino incluso opuestas entre sí. En primer lugar, existe un fundamentalismo comunista, formado tanto alrededor de militantes comunistas, a menudo entrados en años, como de ideólogos, trotskistas u otros, que mantienen la antorcha ideológica del 68, pero que, hoy como ayer, están alejados del espíritu de liberación cultural que dio su fuerza real al movimiento de la juventud estudiantil. Una parte del sindicalismo de tradición comunista nutre las filas de esta extrema izquierda, que se organiza de forma natural en un partido tipo Refundazione, Izquierda Unida y, a un nivel mucho más marginal, Lutte Ouvrière de Arlette Laguiller en Francia. Estos partidos pueden crear una situación política difícil, como ocurrió en Noruega, pero tienen un ascendiente limitado sobre la opinión pública y, por consiguiente, están más orientados hacia el pasado que hacia el futuro. La solución francesa de la izquierda plural parece obtener mejores resultados, ya que incorporó al centro-izquierda lo esencial de las fuerzas comunistas y ecologistas. Sus presiones sobre el Gobierno son menos peligrosas que el radicalismo de Refundazione en Italia, al que afortunadamente los sindicatos dieron la espalda. Por tanto, debemos concluir que la extrema izquierda política tiene escaso sentido y no debe ser confundida con la izquierda social radical que surge en diversos países y, en especial, en Francia, probablemente debido a que este país tiene una extrema izquierda política débil. Esta izquierda crítica tiene una fuerte capacidad de movilización y, sobre todo, es sensible a problemas a la vez sociales y morales. El ejemplo más importante es, evidentemente, el de los indocumentados en Francia, que fue apoyado por un vasto movimiento de opinión pública que combatió con más fuerza aún la ley Debré y que hoy se moviliza contra las consecuencias de la ley Chevènement que condena a la expulsión a varias decenas de miles de extranjeros indocumentados. Estos movimientos, el más reciente de los cuales es el movimiento de los parados, cuya escasa amplitud no debe hacernos olvidar su extraordinaria novedad, son más movimientos de opinión que movimientos políticos. Pero enseguida se encuentran ante una elección: criticar o combatir radicalmente al centro-izquierda.

En estos últimos años, la gravedad del paro y la inquietud por el futuro dio en varios países una fuerza considerable a lo que se llamó la lucha contra el pensamiento único, cuyo verdadero nombre es populismo. El libro de Viviane Forrester L"horreur économique (El horror económico), que tuvo un enorme éxito en Francia, es la perfecta expresión de esta corriente que rechaza en bloque lo que se llama la globalización, el neoliberalismo y el capitalismo. Algo que sólo puede tener un sentido: devolver al Estado nacional un fuerte control de la economía. Por ese motivo son tan fuertes en Francia las opiniones anti-Maastricht. Pero la debilidad de este movimiento, aparte de su ausencia casi total de análisis económico, es que no tiene más unidad que aquello que rechaza. Hemos visto a intelectuales de izquierdas que votaron a Jacques Chirac por nacionalismo y que tuvieron que utilizar toda su influencia en los medios de comunicación para no ser víctimas de sus contradicciones. Hoy vemos desarrollarse, alrededor de Le Monde Diplomatique, por un lado, y de Pierre Bour dieu, por otro, una campaña de panfletos que consigue un gran éxito editorial y que, enarbolando la bandera de la ciencia, produce textos que no tienen validez científica alguna, pero que agradan al nuevo populismo que se alza contra las élites, contra la mundialización de la economía y contra los intelectuales sometidos a los medios de comunicación. Esta tendencia es fuerte, sobre todo en Francia, ya que en Italia, por ejemplo, es otra tendencia la que se lleva el gato al agua.

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Esta otra tendencia consiste en reconocer el carácter positivo e incluso necesario de la política de centro-izquierda y, al mismo tiempo, la necesidad de críticas sociales que deben desempeñar el papel que jugó el sindicalismo a comienzos de siglo en los países democráticos. No hay nada contradictorio en apoyar y criticar al mismo tiempo a un Gobierno, sobre todo cuando este Gobierno incluye, como ocurre en Francia, tanto a un nacionalista como J. P. Chevènement como a ecologistas de una tendencia opuesta.

¿De qué dependerá el éxito o el fracaso de estas dos posiciones aparentemente cercanas y, en realidad, muy alejadas entre sí? En primer lugar, podemos pensar que el actual populismo de extrema izquierda es el último combate llevado a cabo para salvar un modelo estatal de desarrollo económico que fue abandonado hace tiempo. ¿Acaso Pierre Bourdieu no tomó en 1995 el tema hegeliano del Estado agente de libertades frente a la sociedad civil dominada por el beneficio y la desigualdad? Pero todo depende fundamentalmente del éxito de la política gubernamental, es decir, del descenso del paro. Y, por el momento, ningún país del continente ha logrado reducir considerablemente el paro, y sabemos que el Reino Unido no ha hecho más que reemplazarlo por otras formas de precariedad. Pero también hay que reconocer que la izquierda social, que practica la crítica más que el rechazo, es poco visible por lo fuerte que es la presión neoliberal y porque sólo parece dejar sitio al rechazo radical de tipo populista.

Tal vez no se puede evitar pasar por esta etapa populista, como hizo Francia a comienzos de su industrialización con el bonapartismo y el boulangerismo. Pero la oposición populista, tan confusa como extrema, no hace más que manifestar su rechazo del modelo liberal, y con ello, como si éste no pudiera ser limitado o transformado, retrasa el nacimiento de un centro-izquierda equilibrado, es decir, sometido tanto a la presión de los movimientos sociales como a la de los mercados financieros. Deseamos que el populismo, enfermedad infantil de todas las nuevas izquierdas, no retrase por mucho tiempo la formación de las políticas sociales indispensables para la reconstrucción de nuestras sociedades que sufren las fracturas del paro y del aumento de las desigualdades sociales.

Alain Touraine es sociólogo y director del Instituto de Estudios Superiores de París.

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