La caza
Señor Mosterín, es perfectamente legítimo que esté usted en contra de la caza, pero es intolerable, a mi entender, el modo y el tono en que lo hace. Usted emplea términos y calificativos despectivos en unos casos, y tendenciosamente inexactos en otros, para descalificar de modo insultante y de forma general a todo un colectivo de personas, cumplan o no la ley. Semejante actitud, que me parece impropia de un catedrático, sólo puede ser debida, en mi opinión, a dos motivos: o bien obedece a la ignorancia, que no creo el caso, o más bien es debido a una intención deliberadamente sesgada que desprende intolerancia por los cuatro costados y destinada a influir en un determinado sentido a sectores de la opinión pública que son sensibles al tema. Tengo 35 años, soy agricultor de profesión y cazador, y opino que su escrito rezuma mucha más «mala leche y agresividad contenida» (por emplear sus mismas palabras) que la que usted atribuye a los cazadores. Cualquier persona tolerante y neutral que haya leído su artículo hasta el final habrá captado el profundo odio que siente usted por los cazadores; y el odio es un instinto primitivo.-
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