Cuatro días para olvidar 32 años
Historias menores de la séptima Copa de Europa del Real Madrid
Christiane Karembeu metió una cámara de fotos en el bolsillo de su uniforme del Real Madrid antes de salir de viaje. No quería que nada de lo que ocurriera en Amsterdam quedará en el olvido. Esta vez no le bastaban las imagenes de la televisión, tampoco las fotos de los periódicos. Karembeu quería tener su propia visión de los cuatros días en los que el Madrid iba a intentar el asalto a la séptima Copa de Europa. Tanto él como sus compañeros sospechaban que iban a ser días para no olvidar.En el bolsillo de la chaqueta de Pedja Mijatovic no había una cámara pero sí una medalla de San Basilio que se colocó como todos los partidos entre la espinillera y la media de su pierna izquierda. A la protección de San Basilio atribuye Mijatovic el gol que le ha convertido en el héroe de la afición madridista y que él dedicó a sus compañeros Fernando Sanz y Davor Suker, pero de manera especial fue para sus hijos Andrea y Luca. "Ahora que tengo la medalla de campeón de Europa colgada al cuello lo único con lo que sueño es irme con mis niños a una isla sin teléfono", soñaba Mijatovic, a quien el fútbol mantiene alejado de su familia. "Tengo dinero, fama, pero sé qué cosas son importantes en mi vida".
Pedja tuvo mucho tiempo para pensar en los días que estuvo concentrado en Zeits. Allí recordó cuando comenzó a jugar al fútbol en la calle como otros niños. "Yo era delantero y entrenador de mi equipo. Hasta actuaba de administrador. Cobraba una entrada y así teníamos dinero para las coca-colas después del partido. También era el más famoso y el que más ligaba , he de reconocerlo".
Mijatovic dice que esos años en las calles de Montenegro le formaron como jugador, que gracias a esas cosas de niño existe el héroe de Amsterdam. Por eso junto a la foto del gol a la Juve estará la de aquel chaval con una pelota de plástico en la mano.
Morientes tendrá para el recuerdo una imagen insólita del día en que ganó la Copa de Europa, en la que aparece dando vueltas al Amsterdan Arena en calzonzillos, envuelto tan sólo en una bandera del Real Madrid y abrazado a Raúl, que desveló esa noche su vena frustrada de torero. Jupp Heynckes sabrá que nunca fue un sueño el largo abrazo que Lorenzo Sanz le dio después de haber acabado con una obsesión del madridismo que duró 32 años porque también hay imagenes que lo recordarán, como recordará la ovación que sus jugadores le dedicaron en la cena de campeones.
Todas las fotos de los cuatro días que hicieron posible olvidar 32 años de espera son en color. La Copa de Europa para el Real Madrid ha dejado de ser algo lejano en el tiempo, un recuerdo en blanco y negro.
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