El Ejército respalda a Suharto contra los intentos de destituirle
Indonesia se fue anoche a dormir con una sombría incertidumbre sobre lo que puede pasar en las próximas horas, que muchos pensaban podría marcar el definitivo final del presidente Suharto, al frente del país desde hace 32 años. A media tarde, el presidente del Parlamento, Harmoko, un estrecho colaborador de Suharto durante muchos años, dio la campanada al anunciar que hoy pedirá al presidente, en nombre de la Cámara, que dimita por el bien de la nación.
Por la noche, el general Wiranto, ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, soltó el cañonazo de que la pretensión de Harmoko no era legal ni constitucional, lo que parecía indicar que, por fin, el Ejército ha decidido apoyar al presidente. Para mañana está prevista una jornada de manifestaciones de protesta en todo el país. «Aquí va a haber otros Tiananmen», vaticinó un arquitecto que por la mañana acompañó a los estudiantes en sus seis horas de concentración ante el Parlamento. «El presidente de la Cámara, junto con sus diputados, confía en que, en nombre de la unidad de la nación, el presidente decida sabiamente dimitir», decía el comunicado con el que Harmoto sorprendió a un país que ni por lo más remoto había pensado en él como en un adalid del cambio. Harmoto -que también es presidente del Golkar, una especie de Movimiento Nacional controlado por Suharto- tiene pensado reunir hoy a los jefes de los grupos parlamentarios para elaborar la petición de relevo de Suharto. En la cúpula militar, dos generales destacan como posibles sucesores de Suharto: el propio Wiranto, considerado más moderado, y Prabowo, vinculado con la represión estudiantil.
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