Zülle contra los escaladores
"Alex Zülle", responde Marco Pantani. "Alex Zülle", repite el Pirata. "Él sólo se lleva el 50% de mis apuestas; la otra mitad, ya veremos. Pero yo estaré allí". El genial escalador calvo habla del Giro, de la primera gran prueba por etapas de la temporada, que comienza hoy en Niza (Francia). ¿Es una respuesta canónica? ¿Dice Pantani lo que dice porque es lo que piensa todo el mundo? ¿O es una respuesta táctica? ¿Ha decidido que todo el peso de la prueba lo soporten las espaldas del suizo miope, aquel a quien todos conocen por su fragilidad moral? "No, lo digo porque es el mejor contrarrelojista y es difícil dejarle en la montaña".Alex Zülle ha cambiado de equipo, de hábitos y de sistema. El ganador de las dos últimas Vueltas es ahora el líder de un equipo francés (el Festina) y va a debutar en el Giro a los 30 años. Lo hará, además, a lo grande, como principal favorito de una carrera que en los últimos años se había convertido en un refugio de escaladores a escala italiana. Su participación -será el único de los favoritos para el Tour que lo haga- revitalizará, así, una prueba que corría el peligro de perder todo el interés fuera de las fronteras italianas. Sin la presencia del suizo, la cosa sonaría a dej-a vu. La única duda sería el reparto que de la merienda rosa hicieran el ganador de 1996, el ruso Pável Tonkov, el ganador de 1997, el italiano Ivan Gotti, y el siempre tocado por la mala fortuna Marco Pantani.
El debate sería muy limitado, aunque con ramificaciones curiosas. Por ejemplo: la nueva teoría dice que aquello de que para ser un gran escalador había que ser impepinablemente pequeño y delgado ha pasado a la historia. Jugando al viceversa, Pantani y Gotti quieren demostrar que para defenderse contrarreloj no es necesario ser grande y pesado. Uno, Pantani, ha estado este invierno trabajando la fuerza; el otro, Gotti, la aerodinámica y la posición en un túnel de viento. Zülle, uno de los mejores contrarrelojistas y uno de los mejores escaladores, les servirá a ambos de perfecta referencia. Zülle y los 78 kilómetros de contrarreloj previstos (seis en el prólogo de la Costa Azul, 38 en Trieste, el domingo 31 de mayo, al día siguiente de la llegada al puerto de Piancavallo y la víspera de la semana dolomítica, y 34 el sábado 6 de junio, entre Mendrisio y Lugano, víspera de la llegada final a Milán).
La entrada en acción de Zülle -decidida por una curiosa división del trabajo entre los líderes del Festina: Zülle, Giro; Dufaux, Vuelta; y ambos más Virenque, Tour- agitará otro debate: el de la hasta ahora incapacidad del Festina para ganar una gran ronda. El equipo francés, considerado por muchos como el dream team del ciclismo, es el único de los grandes huérfano en ese sentido: ONCE, Banesto, Telekom, Mapei, Saeco... ya lo han conseguido. A falta del Mortirolo, el puerto cuya presencia los últimos años hacía imposible la victoria para un corredor de gran tamaño, la montaña del Giro 98 entra más en el terreno que dictan los cánones de las grandes vueltas: tres etapas decisivas en la última semana, dos de ellas maratonianas (de más de 200 kilómetros) y una de concentración (115 kilómetros con final en Alpe di Pampeago, para muchos el puerto más duro).
Dos equipos españoles participarán. Seguramente su presencia no influirá en la lucha por la maglia rosa, pero tampoco pasarán inadvertidos. Kelme se presenta con Chechu Rubiera, el asturiano que se reveló allí hace un año (décimo en la general, ganador de una gran etapa de montaña y destacado en el Mortirolo) y Santiago Botero, el colombiano rubio, más rodador que escalador, que promete ser la revelación del 98. Daniel Clavero, el escalador del Vitalicio que siempre está con los mejores, será la baza para la general (objetivo: entre los 10 primeros) de Javier Mínguez. Para ganar etapas (objetivo mínimo: una) están el italiano Ferrigato y el ruso Smetanine.
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