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El éxodo de los jemeres rojos

Más de 20.000 excombatientes y sus familias huyen a Tailandia tras la derrota de la guerrilla camboyana

La historia se venga de la despiadada ferocidad del fallecido Pol Pot en Camboya y conduce ahora al exilio a quienes colaboraron con los atropellos de los jemeres rojos, responsables de casi dos millones de muertes, durante la segunda mitad de los setenta, en el país del sureste asiático. Miles y miles de excombatientes y sus familias huyen a Tailandia desde el pasado viernes, después de que el Ejército camboyano anunciara la derrota de la guerrilla maoísta. A pie, en carretas tiradas por bueyes o en camiones están cruzando la frontera.Ayer por la mañana llegaron unos 10.000 al campamento tailandés de Huay Samran, a unos ocho kilómetros de la frontera con Camboya, donde son acogidos por el Ejército tailandés, la Cruz Roja local y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), a la espera de encontrar un destino mejor. Entre 20.000 y 30.000 habitantes de Anlong Veng, el último bastión jemer, conquistado recientemente por los soldados regulares camboyanos, comenzaron su larga marcha el viernes con sus escasas pertenencias. En la interminable caravana se hallan niños, hijos de guerrilleros, que sufren de disentería, deshidratación e infecciones respiratorias ante la falta de alimentos y los rigores del clima. Pero también hombres jóvenes, algunos vestidos con el uniforme jemer, y aparentemente en buen estado de salud.

Los ruidos de la artillería se han acallado prácticamente, aun cuando todavía se registran escaramuzas. Ayer, una treintena de refugiados murieron y otros 20 resultaron heridos al ser alcanzados por un proyectil disparado por las tropas camboyanas durante su caminata hacia el exilio. El Ejército tailandés no ha puesto ningún freno a la riada de exiliados y asegura que ninguno de ellos llega armado. «No hay ningún guerrillero jemer armado. Han venido aquí voluntariamente y pueden regresar a su país a continuar la lucha si lo desean», comentaba ayer un coronel encargado de la seguridad de los refugiados. Algunos de los llegados tienen aún suficientes arrestos para confesar que en cuanto puedan volverán al país.

Los últimos grupos de la fuerza militar de los jemeres, apenas dos millares de combatientes, se dividieron en tres facciones la pasada semana, dejando al antiguo movimiento polpotista exangüe después de 20 años de guerra en la jungla. Las deserciones en masa que se han venido registrando en estos últimos meses, acompañadas de escisiones y de purgas internas, y la muerte de Pol Pot han dado el golpe definitivo a la existencia de la antaño temible y sangrienta guerrilla que apoyó China y que reinó a sus anchas entre los años 1975 y 1979 en Camboya, hasta que el Ejército vietnamita la derrocó del poder. Pol Pot, anciano y enfermo, murió el pasado 15 de abril en una choza en la jungla, prácticamente abandonado después de que los jefes de la guerrilla le apartaran del poder y le sometieran a un juicio sumarísimo de un tribunal popular jemer el pasado año. Pol Pot fue condenado a cadena perpetua.

Fuentes camboyanas afirman que Ta Mok, apodado El Carnicero, considerado ahora como el máximo dirigente militar jemer, no se encuentra entre los que huyen ni tiene por el momento intención de abandonar la lucha. «Aquí, nadie se va a rendir. Todos los líderes jemeres están con él», declaraba ayer un portavoz guerrillero cerca de la frontera tailandesa, que aseguraba que El Carnicero cuenta todavía con el apoyo de un millar de hombres. «Ta Mok posee mucho dinero y tiene tantos vericuetos secretos que le será muy fácil desaparecer en la jungla», opinaba ayer un analista. Sin embargo, los otros dos dirigentes jemeres, el líder político Khieu Samphan y el ideólogo Nuon Chea, han roto lazos con Ta Mok.

La radio jemer, entretanto, aún tenía fuerza ayer para calificar de «injusta e inaceptable» la intención de Estados Unidos de conducir a los últimos jefes de la guerrilla ante un tribunal internacional por crímenes contra la humanidad.

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