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Europa

ADOLF BELTRAN El euro nace con las dificultades diplomáticas que, en mayor o menor medida, siempre han acompañado la construcción de Europa, pero en un país como el valenciano, caracterizado por una economía de fuerte componente exportador, sólo puede ser bien acogido. La moneda única, sin embargo, es una pieza clave de algo mucho más importante que una unión comercial. Y alguna gente, poca, supo verlo cuando nadie creía que el proyecto podía ser algo más que una quimera. La amnesia histórica que nos afecta no debería emborronar también esta empresa quimérica que día a día avanza hasta llegar a plasmarse en algo tan concreto como el dinero que manejamos cotidianamente. "Esa Europa inevitable e irreversible no puede dejar de asumir en sí misma no sólo a Inglaterra, Irlanda y Noruega, ahora, sino también, mañana, a España, a Portugal, a Suiza, Suecia, Dinamarca, Austria, etcétera". Esta frase formaba parte de un artículo publicado en enero de 1972 en La Vanguardia. Quien lo firmaba, cuando la Comunidad Económica no alineaba aún más que a seis miembros, era ya un veterano propagandista de la idea europea. En 1962, 11 años después de la creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero y sólo cinco años después de la firma del Tratado de Roma, había asistido en Múnich a un congreso del Movimiento Europeo que le costó un tiempo de exilio y la pérdida de su profesión de periodista, a causa de las represalias del régimen franquista contra los participantes en el "contubernio". En tiempos muy oscuros, Vicent Ventura nunca cejó en su empeñó de difundir el proyecto de una Europa unida, plural y democrática, contra la incomprensión, incluso, de quienes habrían de resultar más beneficiados. A finales de los años sesenta, por ejemplo, tras explicar en una conferencia en Cullera que el obstáculo para la integración era Franco, un naranjero le espetó que prefería arrojar las frutas al río. Hoy, a Ventura, esta Europa de finales de siglo todavía le parecerá insuficiente, mientras la derecha valenciana ha olvidado aquel pasado absurdo y tenebroso. Le gustaba a Jean Monet, el diplomático que impulsó la unidad continental, citar una frase de Dwight Morrow: "El mundo se divide en dos: los que quieren ser alguien y los que quieren hacer algo". Algunos valencianos, pocos, pagaron un alto precio por hacer Europa.

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