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Perversión digital

FÉLIX BAYÓN A los andaluces, la televisión digital nos está produciendo efectos perversos. Hasta hace poco, la versión pesimista que sobre Andalucía tiene nuestra televisión autonómica no trascendía de Despeñaperros. Ahora, esa barraca de feria con vocación de museo etnográfico, esa reserva de freaks que es Canal Sur, se puede ver en cualquier parte. La imagen que de nosotros da nuestra televisión no difiere en absoluto de la que el Gobierno central tiene de la Junta de Andalucía: aquí abajo somos poco serios y un tanto gamberros. Eso sí, somos simpáticos y chistosos, muy chistosos, y no paramos de bailar, de beber fino y de sacar en andas a vírgenes y cristos. Antes, cuando lo de Canal Sur quedaba exclusivamente entre nosotros, en familia, era difícil de entender qué interés tenía el Gobierno andaluz, que se dice progresista, en subvencionar ese vivero de ejemplares en extinción de la Andalucía profunda. Ahora, que además es la tarjeta de visita de Andalucía, se entiende aún menos. Entretanto, hay series magníficas guardadas sin estrenar en el fondo de los cajones de esa televisión, como Nosotros, los andaluces o Al Sur: Granada, esta última premiada en festivales europeos y patrocinada por la Consejería de Economía, a la que es de suponer que, visto el desprecio de Canal Sur, ya no le quedarán más ganas de hacer de mecenas audiovisual. Esta semana, IU hacía una propuesta muy sensata: que Canal Sur y la Junta instituyan un fondo para financiar la creación audiovisual. La sugerencia tiene algún aspecto pintorescamente xenófobo e ilegal, como el de que sean sólo andaluces los que trabajen en estas producciones, pero por lo demás es muy interesante. Por lo leído en este periódico, IU tiene no obstante una visión bastante faraónica de lo que es la industria audiovisual, ya que cree que con mil millones al año podrían producirse sólo dos películas y la verdad es que da para bastante más: con ese dinero se pueden hacer entre diez y quince películas si se adoptan modelos de producción imaginativos y pegados a la realidad. También se podría optar por el otro modelo, por el de las superproducciones, pero los proyectos modestos permitirían hacer más apuestas, dar oportunidades a los jóvenes y, además, alejarían el peligro de que el excesivo tamaño del pastel suscitara glotonerías compulsivas. El proyecto de IU no es nada ilusorio. En Andalucía hay un puñado de centros públicos y privados que forman técnicos, músicos, actores... Hay, por tanto, materia prima. También hay dinero. Todos los años, la Junta dedica miles de millones a mantener su caprichosa barraca de monstruos de feria, más conocida por Canal Sur, cuya utilidad social, sigue siendo un gran misterio. Pero, probablemente, ni haría falta que esos mil millones para el audiovisual andaluz salieran de los presupuestos. Los organismos públicos andaluces, las cajas y las empresas dedican bastante esfuerzo al mecenazgo y es de sospechar que dedicarían mucho más si Canal Sur les hiciera algún caso. Además, las televisiones de pago participan encantadas en cualquier producción que tenga ciertas garantías. Entonces, ¿por qué nadie hace nada?

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