El Mérida suma pequeños dividendos
El Mérida, jugando a la ruleta rusa, suma pequeños dividendos. Su apuesta casera le permite aferrarse a la vida, aunque sea prendido con alfileres. Suma ya ocho partidos consecutivos sin conocer la derrota. Sin embargo, ayer no hizo gala de ese espíritu agresivo de los últimos encuentros y pudo pagarlo caro ante un rival directo para luchar por la permanencia. El partido fue, como el terreno de juego, deslizante y peligroso. Dos equipos, sumergidos en la zozobra, con necesidad imperiosa de ganar, difícilmente regalan buen fútbol. Mérida y Tenerife empujaron como pudieron, se sacrificaron, pero dejaron una imagen deslavazada, de conjuntos imprecisos y apremiados por la supervivencia. En medio del lío hubo de todo: goles anulados, penalti no pitado, expulsión injusta y patadas.
El Tenerife, menos encogido, controló la situación. La falta de ideas las suplió con constancia. Parecía tener encauzado el partido el equipo de Juan Manuel Lillo tras el gol de Domingos (m. 72) y se bloqueó. Ni defendió con decisión el resultado ni se atrevió a arriesgar y en esa indecisión el pequeño Sabas le quitó la miel de los labios.
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