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FÚTBOL 31ª JORNADA DE LIGA

El Celta vulgariza al Barça

El equipo de Irureta supera al de Van Gaal en un partido de color celeste

Midió el Celta su juego con el mejor de la Liga y no salió malparado. Puso fin a una trayectoria impresionante del Barcelona -13 partidos sin perder- y ofreció la mejor versión del fútbol con el que viene impresionando a Balaídos desde que se inició el campeonato.Gran juego sólo lo pueden hacer unos jugadores, y la nómina de los del Celta es sensacional. Se manejó con superioridad frente al líder y apretó la cabeza de la tabla. Aún habrá lucha por el título, pero la noticia no es tan buena para el Real Madrid: será el próximo equipo que visite Vigo y empieza a sentir amenazada su presencia en la Liga de Campeones.

Todo salió como Irureta había imaginado. La presión en el centro del campo puso al Barcelona a perseguir el balón por todo el terreno de juego. No se vio al equipo de Van Gaal; se vio al Celta, que dominó, movió la pelota de un lado a otro, marcó el ritmo y encontró pasillos hacia el marco del meta holandés.

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Se vio obligado al líder a emplearse en lo que menos le gusta: en defender, una faceta en la que arrastra todavía muchas carencias. Fue casi un milagro que el grupo del Camp Nou llegara vivo al descanso, indultado por dos balones que se estrellaron en la madera y por una ingenuidad enorme de Karpin en la jugada final del primer tiempo, en un mano a mano con Hesp.

Mientras el Celta se entretenía, el Barcelona siguió el balón con la vista. Ahogado por Mazinho e Ito en la zona ancha, y buscando a algún hombre que aseara el juego. No pudieron ser Celades ni Giovanni, sin espacio ni tiempo; no estaba Rivaldo, con gripe, y sólo a ratos Luis Enrique se decidió a retrasarse una línea para conducir el ataque. Capturó el Barça un gol a balón parado, una suerte que no le trae más que disgustos a los de, Vigo, y tuvo el efecto de meter a los de Van Gaal en el partido. Sólo unos minutos, porque una muestra del talento de Mostovoi, que manejó el balón a su antajo en el área barcelonista, volvió a desequilibrar el marcador.

Si el Barça entraba por la derecha se encontraba con Ito, si buscaba el costado izquierdo volvía a hallar al extremeño, y por el centro, su terreno natural, ni lo intentaron los de Van Gaal. El Celta pagó una cláusula de rescisión ridícula al Extremadura por un hombre con grann futuro. Se hartó Ito de robar balones y de lanzar el contraataque de los de Vigo, y puso al Barcelona al límite de la desesperación. No encontraron los azulgrana respuestas para acabar con el autoritarismo del equipo celeste. El cambio de Ferrer por Reiziger no fue más que un retoque, y sin embargo, se sintieron algo cómodos en la segunda mitad.

Más explicación tuvo el relevo de Ciric por Óscar, pero antes de que tuviera el delantero barcelonista tiempo para encontrar su sitio en el campo se produjo la jugada que no sólo enterró las aspiraciones del líder, sino que definió el juego que ayer y desde que comenzó la temporada practican los de Irureta. Fue un balón abierto a la banda derecha que Mostovoi colocó en el centro del área. Sánchez peinó hacia atrás y Revivo esperó la llegada de Mazinho, que incrustó el balón de un fogonazo en la portería de Hesp. El gol resume la buena salud de un equipo que tiene a su afición boquiabierta no tanto por su cuarto puesto como por su fútbol arrollador.

La hinchada se de ó ir con el 3-1 y comenzó a vitorear a su equipo, mucho mejor posicionado que el Barcelona. Los azulgrana, que siempre se habían enganchado a sus peores partidos con las jugadas de estrategia, se rindieron ante la diferencia de dos goles y la ausencia de Rivaldo, un futbolista que acostumbra a decidir en los momentos de zozobra barcelonista.

La superioridad celeste fue notoria durante todo el partido. Le tenía miedo el Barca al encuentro desde el inicio y acabó por entregarse sin excusa, pese a que Luis Enrique reclamó un penalti de Dutruel. No mereció puntuar un Barcelona demasiado fracturado en la cancha por la presión del Celta.

Le faltó al Barcelona pegada arriba, solvencia atrás y, sobre todo, un buen juego de entrelíneas. No tuvo un jugador que leyera la contienda en los peores momentos, y sus mejores pasadores quedaron asfixiados por la presión de Ito y Mazinho. El resultado y el discurrir del encuentro ratifica la tesis de quienes creen que el Barcelona tiene un equipo demasiado blando cuando el contrario le insta a arremangarse. Figo, el capitán azulgrana, se encontró demasiado solo en un colectivo en el que la mayoría estuvo por debajo de sus posibilidades. La vigorosa actuación del Celta invitó al Barcelona a remitirse al buen partido del rival más que a lamentar

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