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El triangulo árabe del oeste

El 7% de la poblacion de Navalagamella y Villanueva del Pardillo y el 5% de la de Zarzalejo es extranjera

Siete de cada cien vecinos de Navalagamella (939 habitantes) no han nacido en el pueblo. Ni siquiera en España. En Villanueva del Pardillo (2.887 habitantes) y Zarzalejo (1.002 vecinos) pasa lo mismo, sólo que el porcentaje desciende hasta el 6,5% y el 5%. Estos tres pueblos forman el triángulo marroquí del oeste de la región y suman el mayor porcentaje de extranjeros en relación con su población. Así lo ha explicado la Delegación Diocesana de Migraciones en un informe publicado recientemente.Los marroquíes se han ido desplazando del cinturón oeste de Madrid (desde pueblos como Majadahonda, Pozuelo de Alarcón o Boadilla del Monte, aunque aquí permanece una colonia chabolista) hacia el perímetro más lejano de la región, ya en la sierra. Allí las viviendas son más baratas. Pagan una media de 35.000 pesetas al mes por una casita baja rústica de dos o tres habitaciones que comparten unas cinco personas.

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Pero detrás de los fríos datos se es conde una convivencia caldeada. En los pueblos, vecinos y forasteros apenas se dirigen la palabra. Los más críticos con los inmigrantes son los mayores. La mayoría de los jóvenes se mantienen al margen del enfrentamiento e incluso alcanzan una verdadera convivencia.

Mohamed Ahran tiene 22 años y lleva dos años y medio en Navalagamella. Trabaja en un vivero de El Escorial: "Nos miran mal en el pueblo. No se fían de nosotros y siempre se creen que les vas a robar. Yo apenas salgo de casa. Voy del trabajo a casa y de casa al trabajo".

El alcalde de Navalagamella, Carlos Rodríguez, del PSOE, asegura que el porcentaje que da la Delegación Diocesana está ya desfasado. "Aquí hay por lo menos 150 inmigrantes. De ellos, al menos un centenar es marroquí. El resto, portugueses. Con ese número, el porcentaje de inmigrantes subiría hasta casi el 20% de la población". Pero los marroquíes no están bien vistos en el pueblo. "Vienen solos o con sus hijos. Se dejan a las mujeres en su país. Hay algunos que no trabajan y que se pasan el día echando monedas en las máquinas tragaperras. Tienen dinero porque venden droga. Hay una casa de marroquíes en el pueblo donde se trafica con droga [hachís]", relata el regidor.

Niños y padres

La mayoría de los marroquíes de Navalagamella son varones. Muchos se han traído a sus hijos con ellos. Los menores acuden al colegio y luego pasan la mayor parte del día solos, esperando que sus padres lleguen del trabajo. Algunos tienen la suerte de tener un hermano mayor que no trabaja y les cuida. Una maestra del colegio público San Miguel de Navalagamella, donde estudia un total de 212 alumnos, de los que 60 son inmigrantes, explica: "Los niños marroquíes se pasan el día deambulando por ahí solos.Van poco aseados porque nadie les atiende. Se nota que necesitan los cuidados de una madre, mas aún cuando vienen de la sociedad islámica,donde la madre es la que cuida de la casa y los pequeños".La densidad de inmigrantes en el pueblo ha obligado al Ministerio de Educación y Cultura a desarrollar un programa especial de formación para los niños inmigrantes. Hasta tienen un menú especial para los marroquíes que no comen cerdo por motivos religiosos.

Precisamente a los inmigrantes más jóvenes les cargan todas las fechorías. Un vecino de unos 60 años de Zarzalejo aseveraba ayer: "Yo a esos moros los metía en un saco y los tiraba a todos al mar". Añadió el motivo: "Desde que han llegaco al pueblo hay más robos que nunca en las casas". Pero un joven del mismo pueblo le contesta: "Aquí ha habido robos toda la vida. Lo que pasa es que antes culpaban a los del pueblo de abajo y ahora les toca a los marroquíes. Además, la misma gente que les discrimina se aprovecha de ellos, les contrata para hacer los trabajos que no quiere nadie".

Mohamed Haddouch, marroquí de 22 años, vecino de Zarzalejo desde hace ya ocho años, denuncia la presión que sufren él y sus compatriotas por parte de la Guardia Civil. Estaba el viernes sentado frente al Centro de Salud de la localidad a la espera de ser atendido por el médico cuando llegó un agente y le pidió los papeles."¿Otra vez?", le preguntó Haddouch. "Si me los acabas de pedir", añadió. Luego sacó el carné de residente del bolsillo y se lo entregó. Cuando el guardia civil se alejó- dijo: "A los que roban no les pillan nunca, pero a nosotros, que vivimos en paz, nos tienen fritos".

La alcaldesa, Adoración Herráez, del PP, explica que le pide a los agentes que se den una vuelta de vez en cuando "para controlar a los inmigrantes". Villanueva del Pardillo (2.887 habitantes) tiene un 6,5% de población inmigrante. La mayoría procede del norte de África. El alcalde, Juan González, del PP, afirma que no hay ningún problema con ellos.

"No sabe cómo vivimos", le contesta Amar Kartouch, de 41 años. Este magrebí lleva más de 30 años en el pueblo. Llegó con su padre y sus hermanos. Ahora vive con su mujer árabe y sus seis hijos, cuyas edades oscilan entre los 22 años del mayor y los pocos meses de la menor. Todos viven hacinados en una pequeña casa baja del centro del pueblo.

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