INCOMPRENDIDO ARDANZA
A como un actor que, mudo, contemplara desde la soledad del escenario un vacío patio de butacas. O como un predicador que antes de iniciar su perorata dirigiera a los fieles una mirada ambigua: intimidatoria o tal vez compasiva. Igual que quien contempla desde el balcón la protesta en la plaza y no se explica la razón de la bulla. Por la expresión parece obligado al silencio, resignado a la carga.
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