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Reportaje:

'Tom y Jerry', los favoritos de los niños

El Segundo Congreso Mundial de la Televisión Infantil apuesta por la colaboración entre emisoras y países

Isabel Ferrer

, En el próximo milenio, la televisión se convertirá presumiblemente en el único medio de comunicación compartido por los niños del mundo industrializado y los de países en vías de desarrollo. El mercado que se avecina será muy desigual. Habrá pequeños capaces de elaborar sus propios programas gracias a Internet y otros ajenos incluso a los videojuegos. Sin embargo, la colaboración entre productores, cadenas y organismos reguladores, puede acortar distancias. La comercialización de productos cada vez más avanzados y los servicios educativos y culturales sin ánimo de lucro tienen un punto de encuentro: preservar los derechos de un público ávido de aprenderLa forma de lograrlo sin incurrir en la venta ciega de programas de países ricos a otros pobres, vertebró la pasada semana en Londres el Segundo Congreso Mundial de la Televisión Infantil. Las nuevas tecnologías, desde los CD-ROM a las enormes posibilidades interactivas abiertas por Internet, subrayan aún más las diferencias entre continentes.

La propia BBC, que apostó por la televisión digital y presentó en la cumbre su primera colaboración con el Canal Disney, reconoció que el argumento es fundamental. "La creatividad siempre gana, aunque el niño pueda manejarse con un ordenador al que ha conectado la radio y la televisión", según su departamento infantil, el más productivo del mundo. La aceptación de series como Tom y Jerry corroboran su opinión. Según una encuesta europea efectuada en España, Holanda, Reino Unido, Suecia, Polonia y Hungría, la veterana pareja es el dibujo animado preferido de los niños. Sigue vigente por encima de Los Simpsons, Batman, Aladino o Power Rangers.

Las ventajas del correo electrónico les estarán vedadas a los niños de Asia o África, pero algunas series pueden ayudarles a reconocer sus propios derechos y compartir valores culturales con sus compañeros más privíleglados. "Si anteponen el menor a los beneficios, las coproducciones son compatibles en un mercado televisivo cada vez más global. Lo bueno sería reducir la violencia y la publicidad y favorecer la participación del espectador", según Patricia Edgar, responsable de la Fundación Australiana para la Televisión Infantil y organizadora de la primera cumbre en su país, en 1995. La Carta de la Televisión para Niños allí acordada, fue revisada en Londres por los más de 800 participantes y corregida por los propios pequeños. El documento original enumera los principios que deben regir a una televisión educativa y entretenida que no explote al público. Una treintena de sus representantes en el Reino Unido hizo algunas correcciones.

A la calidad de los programas "que deben desarrollar el intelecto y acercar distintas sociedades", sumaron varias peticiones: "Que los protagonistas lleven a veces gafas, estén gordos o padezcan alguna minusvalía, como en la realidad". O bien "que nos cuenten lo que ocurre en el mundo sin paternalismo". Y sobre todo, "que no haya cortes publicitarios ni se promuevan la bebida, las drogas o el tabaquismo. Y que la acción sustituya a la violencia".

A Carol Bellarny, directora ejecutiva de Unicef, le pareció que los niños habían captado mejor que nadie el espíritu y posibilidades de la cumbre. Para ella, el verdadero reto del siglo XXI será poder adaptar a la televisión los principios de la Convención de Naciones Unidas para los Derechos del Niño. Dicha guía podría ser "integrada a los programas y coproducciones para proteger al menor en las sociedades pobres y reducir las desigualdades del niño del futuro". El esfuerzo más reciente de Unicef en este campo consiste en un grupo de anuncios de 30 segundos, elaborados por más de 80 estudios de animación en 25 países. El derecho a jugar, a la educación o la libertad de expresión aparecen representados y el organismo los ofrece a cualquier emisora del mundo. Las aventuras de Meena son otra iniciativa similar. La serie, pensada para promover los derechos de las niñas en India, Pakistán, Bangladesh y Nepal, es alegre y, simpática, y aborda las desigualdades sufridas por éstas. Lista ya para la venta también en español, a Meena le sucederá en breve Sara, otro modelo femenino para el este de África. El éxito de Meena y Sara no es comercial. Unos buenos guiones que combinan la educación con el respeto al menor y al juego (las niñas no son nada repipis) son el secreto de su aceptación.

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