Lesbianas perfectas
Perfecciones de las culturas lesbianas en Andalucía en los años noventa es una tesis para la Universidad de Newcastle. La ignorante, infame y perniciosa reina Victoria firmó una ley contra la sodomía, que la castigaba aunque se cometiese en privado. La ley que envió a Oscar Wilde a la cárcel por sodomía, que además no cometió: la homosexualidad del gran escritor esteta y libertario prefería la felación -de él a otro- y la masturbación mutua. No lo ocultó más que en el juicio, para salvarse. Cuando un consejero dijo a la gran reina del imperio que no se había incluido en el castigo a las mujeres, respondió: "Ninguna mujer inglesa haría semejante cosa". Jackie Collie, una súbdíta inglesa de nuestro tiempo, encontró en Sevilla la liberación por el lesbianismo que tenía reprimido, y lo estudió. Encontró esas perfecciones que en algún momento me gustaría leer en su tesis. Hace un par de años cené en Sevilla con homosexuales de toda Andalucía; me sorprendió que hubiera más mujeres que hombres, que las mujeres llevaran su sexo prohibido con más satisfacción que los hombres, y que fueran más jóvenes. Me explicaron que la mujer tiene menos miedo. Jackie Collie pasó en Andalucía "el aislamiento, el desconcierto, la incertidumbre" del hallazgo de su propio cuerpo, según cuenta la periodista (Eva Díez Pérez, en El Mundo) que ha asistido a las jornadas en que celebran salir del armario, dejar de esconderse. Bueno, todavía se están celebrando juicios en España por cuestiones sexuales: en Sevilla mismo, el caso Arny ha sido una vergüenza parecida a la del caso Wilde en la época de la reina Victoria. El vídeo robado de la intimidad de un periodista le ha amenazado y le está amenazando gravemente. Y el sexo de Clinton, perseguido por un fiscal victoriano, Starr, le puede costar la presidencia de Estados Unidos. Repito mucho -de estas cuestiones hay que hacer campaña- que las respuestas a la muerte de Diana y las acusaciones contra Clinton dan a entender que hay una higiene popular contra el moralismo asesino. Y repito también, desde hace muchos años, que no hay dos sexos, ni tres, ni cuatro, sino uno por ciudadano: cuarenta millones de sexos en España. El escándalo, la culpabilidad, la falta de ética, está en quienes los denuncian o los atacan en nombre de oscuras fuerzas antiguas.
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