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FÚTBOL: 29º JORNADA DE LIGA

El Racing aprovecha la inconsistencia del Madrid

El equipo de Heynckes abandona casi todas sus esperanzas en la Liga con una decepcionante actuación

Santiago Segurola

El Madrid profundizó en su estado crítico. Decepcionó de nuevo con juego impropio de la categoría de su jugadores. Es cierto que no le faltó actitud, pero finalmente fue víctima de su extrema inconsistencia. Con lo mínimo, el Racing se aprovechó de la desorganización defensiva del Madrid y del fútbol previsible que practica. En vísperas del duelo con el Bayer Leverkusen, el pesimismo se apodera de la hinchada madridista.Nada le resulta fácil al Real Madrid, sometido a problemas de toda clase. Le cuesta jugar al fútbol, le puede la ansiedad, le supera el desorden, le falta entrenador, le sobran algunos jugadores. Frente al Racing reprodujo todos los errores que le han llevado a una situación tan desairada en esta temporada. Y el caso es que el Racing hizo todo lo posible por despejar el camino del Madrid. Pocos equipos se han empleado con tanta vulgaridad en Chamartín. Se defendió como pudo, es decir, con una montonera de gente, y jugó lo menos posible. Pero siempre hay esperanza frente al Madrid, que se desestabilizó en cada contragolpe de su adversario. Con el desarrollo del partido, el Racing acabó por entender la naturaleza de los problemas del Madrid y estuvo a punto de rematarlo en tres llegadas consecutivas al área.

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Errores y desaciertos

Por supuesto, una de las carencias del Madrid radicaba en su defensa, integrada por jugadores que desconocen ese oficio. Se improvisó a Karembeu como lateral derecho y a Jaime como central, con resultados decepcionantes. Y como Roberto Carlos es poco cuidadoso con algunos deberes defensivos (su descontrol en la retaguardia fue notable). Cada vez que el Racing pasó del medio campo, y eso ocurrió en escasísimas ocasiones, se produjeron ocasiones del gol.

El tanto de Javi López escenificó con exactitud los problemas defensivos del Madrid. Víctor se aturulló con la pelota, la perdió frente a Sietes, que la cedió a Javi López, cuyo único trabajo fue llegar lo más cerca de IlIgner. Nadie salió a interceptarle, nadie procuró obstaculizarle, todos haciendo el panucci, término que se aplica al tancredismo desde el partido del Camp Nou.

Sin ningún mérito el Racing había marcado el primer gol del encuentro. En eso consistió su partido: en esperar los errores del Madrid. Como hubo varios, el Racing tuvo varias oportunidades, alguna monumental, como aquella de Correa en la segunda parte. Pero a Correa se le apagaron los faros y tiró al muñeco. Eso sucedió en la segunda parte, después de los dos goles del Madrid, que si tuvo alguna cualidad fue la del entusiasmo Fue un equipo laborioso, con un corte profesional en todos los jugadores, incluidos algunos que se habían destacado por su inactividad en los últimos tiempos.

A este respecto, la atención estaba destinada a Raúl, criticadísimo por su actuación en Barcelona. En su propósito de regresar a la edad de la inocencia -expuesto con gran claridad en la conferencia de prensa del pasado martes-, Raúl recobró su sentido de la participación. Apareció por todos los lados y no se dejó una gota de gasolina en el depósito. En este sentido estuvo irreprochable, lo mismo que en su capacidad para buscar los desmarques que no busca casi nadie en el Madrid. Pero el juego de Raúl todavía tiene un trazo grueso. Le falta mucho para afinarse y regresar a su condición estelar.

El Madrid remontó por la diferencia abismal entre sus jugadores y los del Racing. Y también por una cierta constancia en de ataque. Pero sus dificultades de organización son tan exageradas que quedó expuesto en todos los contragolpes de su rival. El Racing marcó el segundo gol y se encontró con la posibilidad cercanísima de la victoria. El Madrid se desplomó y allí hubo bronca para todos: a Fernando Sanz porque sufre todos los prejuicios del mundo (su carrera profesional pasa por jugar fuera del Madrid); a Heynckes porque tiró de Savio a última hora, en la peor situación posible, cuando el partido estaba más cerca de la derrota que de la victoria. Hubo reproches generales, y con razón, porque los argumentos futbolísticos del Madrid fueron pobrísimos. Su juego fue decepcionante, un fútbol empastelado, sin rasgos creativos, con mucho balón al pie, todo muy predecible, sin nadie capaz de tirar una diagonal, un regate, algo que tenga un elemento sorprendente. Sin Savio -otra vez en el banco sin ninguna razón de peso-, al Madrid se le ocurrieron muy pocas cosas y fue incapaz de poner un colchón de seguridad en el resultado. Y en esas condiciones, es un equipo hipersensible, expuesto a cualquier desgracia. Sin orden, sin defensa, sin oficio (y con el grandioso regalo de Roberto Carlos), el Madrid terminó por sufrir las consecuencias de su inconsistencia.

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