Aburrimientos
Me parece deplorable que una firma de productos alimenticios, de cuya identidad no voy a dar una sola pista, consolidada en España cuando la mayoría de nosotros éramos niños todavía o ni siquiera habíamos nacido, tenga que servirse de un bochornoso anuncio televisivo en el que se presenta a la literatura, vista, para mayor inri, por jóvenes estudiantes, como una actividad aburrida, pesada, dificilmente asimilable, impuesta por los mayores, etcétera. Un ladrillo académico, en una palabra, y no como lo que realmente es: espacio de diversión, reflejo de los más variados sentimientos, motivo de exploración de realidades cercanas o exóticas, interiores o externas, pálpito de vida en suma.Recuerdo a los publicistas que han tenido tan feliz idea que, la vida guarda todavía para ellos multitud de libros que, si lo desean, pueden hojear, por descontado con toda la cautela que les sea posible, no les vayan a morder las manos o les hagan caerse al suelo aquejados de una súbita somnolencia como si de un poderosísimo somnífero se tratase.
La cultura no tiene por qué ser aburrida, señores publicistas-