Djalminha rescata al Deportivo
Un gol de falta en el minuto 84 tumba al Oviedo en Riazor
Así es Djalminha, uno de esos anarquistas del Amazonas que desesperan por su negligencia e irresponsabilidad y enamoran por su don casi sobrenatural para dirigir la pelota a su antojo. Ayer, con el partido agonizante, Djalminha erraba sin criterio y hasta se encaraba con los aficionados que le reprochaban su actitud. Pero llegó una falta al borde del área, el brasileño posó el balón, miró a la escuadra y envió el cuero al punto exacto hacia donde apuntaban sus ojos. Era el minuto 84 y Djalminha había rescatado al Deportivo de otra tarde deprimente.Lo mejor del primer tiempo no fueron las habilidades de algún delantero o los detalles de clase de cualquier centrocampista. Lo mejor lo depararon los guardametas con dos espectaculares y plásticos alardes de agilidad. Fuera del protagonismo de los porteros, el partido no se apartó de la línea habitual en Riazor: es decir, resultó insufrible. Fran estuvo con las luces apagadas y Djalminha, que reaparecía tras una lesión, volvió a las andadas del individualismo exasperante y el malabarismo gratuito. Bloqueados sus elementos más imaginativos, el Deportivo se quedó escuálido.
Tampoco el Oviedo contribuyó a elevar el tono. Con el uruguayo Tabárez ha abandonado su viejo estilo aguerrido e industrioso. Ahora es un equipo muy correctito, que suele conducir la pelota con criterio, pero que en general resulta anodino y desangelado. Hasta que a la media hora marcó Abreu, el Oviedo ni se preocupó de incomodar a Songo'o. Sólo cuando el partido se le puso desfavorable, los visitantes hicieron de la necesidad virtud y se acordaron de que el terreno de juego tenía dos porterías.
El Deportivo se achicó tras el descanso, cuando por fin el Oviedo se impuso la obligación de buscar el empate. El Deportivo quedó aturdido con el gol y por un momento pareció que el Oviedo estaba en condiciones de atrapar el partido. Pero los visitantes abandonaron muy pronto tales propósitos, el tiempo que tardó el Deportivo en sentirse acuciado y tocar a rebato. EI joven Carlos volvió a ofrecer un detalle magnífico, un remate muy duro que dio ocasión a Esteban de agrandar sus méritos. Pero la lucida actuación del meta asturiano se detuvo ante lo imposible: la falta de Djalminha milimétricamente teledirigida a la escuadra.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.