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Imparable

La Bolsa española ofreció ayer una imagen que a muchos inversores les recordaba el verano de 1987 (semanas antes antes del crash de octubre). Se puede comprar cualquier cosa y a los dos o tres días retirarse con unos buenos beneficios, esa es la impresión que da el mercado y la subida del índice se encarga de confirmarla. En poco más de dos meses el índice general de la Bolsa de Madrid ha ganado un 25,28% y en la sesión de ayer se demostró que la presión del dinero es capaz de pasar por encima de factores psicológicos que en cualquier otra ocasión habrían supuesto algún freno. Los 9.000 puntos del Ibex 35 quedaron atrás con toda limpieza y el índice madrileño se acercó a los 800.La contratación volvió a ser muy alta, 185.644 millones, y aunque casi la mitad estaba concentrado en cinco valores todo el mercado se benefició de ese fuerte ritmo de cotización. Las grandes empresas son, sin embargo, las que están tirando más, en unos casos debido a las expectativas más o menos reales que hay sobre el sector y en otros para demostrar que, aparentemente, no hay problemas de fondo.

Para los operadores, una buena parte de ese dinero que llega a los grandes valores españoles busca ampliar la diversificación de carteras, una vez demostrado que existe cierto dinamismo en la economía, como se desprende del cumplimiento íntegro de los criterios de convergencia. Las bolsas de Lisboa y de Milán también se anotaron subidas de más del 2%, confirmando así que los mercados del Sur han encontrado una ponderación más favorable en las grandes carteras.

El problema que tiene planteada la Bolsa, en general, es saber hasta dónde se va a producir esa entrada de dinero, sobre todo cuando se han roto todos los pronósticos, es decir, cuando se han hecho todas las valoraciones posibles de todos los datos favorables. El mercado de deuda también recibió una buena inyección de dinero, pero ni la rentabilidad del bono a 10 años ni el diferencial con Alemania consiguieron marcar nuevos mínimos.

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