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El Gobierno dejara morir "la conspiración" ante la falta de iniciativas por parte del PSOE

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno no tiene intención de dar explicaciones sobre la operación para desalojar de La Moncloa a Felipe González denunciada por el ex director de Abc, Luis María Anson, y en la que aparece implicado el PP como primer partido de la oposición en aquellos años. Aunque los máximos dirigentes del PSOE han emplazado especialmente al presidente José María Aznar y al vicepresidente Francisco Álvarez Cascos a promover una investigación y a rendir cuentas de ella, el Ejecutivo ha optado por eludir cualquier respuesta. Fundamenta su postura en sondeos internos, según los cuales el caso no merece suficiente interés a la opinión pública, y sobre todo en la ausencia de iniciativas parlamentarias por parte de los socialistas. El líder del PSOE, Joaquín Almunia, instó ayer a la ejecutiva de su partido a no hacer oposición del pasado.

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El Gobierno ha seguido muy atento los acontecimientos desencadenados por la denuncia de Anson y ha optado por no entrar al trapo e ignorar la petición de explicaciones, reiterada por el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, en su última reunión con José María Aznar. Ayer mismo, el vicepresidente primero del Gobierno y secretario general del PP Francisco Álvarez Cascos, que presentaba en el Congreso un libro sobre el conservador Antonio Cánovas del Castillo, rehusaba cualquier explicación sobre su presunta participación en la trama. A Cascos se le señala por haber participado presuntamente en una conversación con el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, y el abogado del ex policía José Amedo, condenado a 108 años de cárcel por dos atentados de los GAL, en la que se habría abordado un posible indulto para Amedo a cambio de su participación en la conspiración. Cascos siguió la misma línea que el jefe del Gobierno y que el portavoz del Ejecutivo, Miguel Ángel Rodríguez, y se negó a responder pese a la insistencia de los periodistas.El Gobierno juega con la carta de que, en su opinión, éste es un escándalo entre periodistas, y que además no ha tenido calado en la opinión pública. Otro argumento que maneja es la marcha atrás del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, que inicialmente, cuando se produjeron las revelaciones de Anson, las había calificado de "graves". Ayer se insistía desde La Moncloa en que las preocupaciones ciudadanas van por este orden: paro, terrorismo, vivienda y droga. Los "escándalos" están fuera de esta lista desde 1995.

También cuentan a favor del Ejecutivo los propios intereses del PSOE. Según Moncloa, el debate sobre la denuncia de Anson no beneficia la orientación. que el actual secretario general de los socialistas, Joaquín Almunia, quiere dar a su partido porque sitúa la política en clave de pasado y no de futuro. Airear los trapos viejos, a juicio del Ejecutivo, perjudica a los socialistas y, además, merma su labor de oposición. Paralelamente, según el razonamiento del Gobierno, la figura del nuevo líder del PSOE queda tapada por su antecesor, Felipe González, más empeñado en remover el pasado.

La única intervención pública de ayer por parte del Gobierno corrió a cargo del ministro de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy, quien, en declaraciones a la COPE, vinculó la polémica a los GAL. "Era conocido", dijo, "que cuando se acercasen los juicios de los GAL iba a haber mucho ruido".Rajoy remató: "Atribuir un cambio de Gobierno a que se reunieran cinco o seis personas es creer que aquí somos idiotas".

Desde el PSOE se analiza todavía si para sus intereses conviene remover mucho la "conspiración" o dejar que los hechos continúen su curso por sí solos. De momento insisten en pedir explicaciones al Gobierno con el argumento de que "el beneficiario fue el PP". El caso se trató ayer en la ejecutiva federal y en su nombre Ramón Jáuregui fue muy contundente. "Hoy, 23-17 [golpe de Estado de 1981], es una buena fecha para reflexionar sobre otro intento de secuestrar la voluntad popular mediante artilugios, conjuras o conspiraciones". El secretario general, Joaquín Almunia, según asistentes a la reunión, fue más cauto e instó a la ejecutiva socialista a no ejercer la oposición sobre el pasado pues se les puede volver en contra.

En la reunión interna del PSOE, Almunia recordó que cuando en su día denunciaron "la conspiración" hubo escepticismo. Ahora cree que ya no hay dudas de que existió. Pero los socialistas no han definido todavía la estrategia a seguir ante el supuesto de que el Gobierno finalmente deje morir el caso.

Con todo, para el líder del PSOE, las revelaciones de Anson han puesto al descubierto "a mucha gente que ha perdido la credibilidad". Almunia, que hizo esta reflexión en la Asociación de Periodistas de Información Económica, señaló que "hubo gente no demócrata que jugó con la estabilidad de un país y de sus ciudadanos. El Gobierno [el del PSOE en 1993] resistió a la guerra. Pero si no, ¿qué hubiera pasado?", se preguntó.

El presidente de Andalucía, Manuel Chaves, es más beligerante que Almunia y pide que "el Gobiemo tome la iniciativa y esclarezca, incluso en el Congreso de los Diputados, qué ocurrió". "Las explicaciones son necesarias por salud democrática", dijo Chaves en la Cadena SER. El presidente andaluz implicó en la trama a "algún núembro del PP y de otros partidos como IU".

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