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FÚTBOL 26ª JORNADA DE LIGA

Van Gaal asume el legado de Cruyff

El Barça gana al Compostela con un fútbol inicial de alto voltaje y recupera el liderato

Ramon Besa

Jaleado por una hinchada seducida por el Carnaval de Tenerife, el Barça corrió entusiasmado a por el liderato, y lo retomó con energía. Fue un triunfo incuestionable y embriagador. Tiene hoy el plantel azulgrana mejor pinta que cuando arrancó el campeonato, y sus dos últimos partidos invitan a recuperar la fe en una Liga que se consume sin gobierno.Es el azulgrana un equipo nuevo y, sin embargo, ya conocido, fácil de identificar. Juega gente que fue víctima del exterminio emprendido contra Cruyff y su legado, como Roger, Óscar o Celades, y futbolistas que imponen su juego por encima de un sistema como Luis Enrique y Rivaldo, único de los fichajes -junto a Hesp-, que ayer formó en el equipo titular.

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Van Gaal ha renunciado a domar al grupo y se ha dejado domesticar. Y del debate ha salido un equipo que inspira más fiabilidad que el que pueda parir cualquier técnico, porque se sabe de su carta de naturaleza. Vuelven a estar en cancha los peloteros, futbolistas que anteponen los sentidos a los gemidos, gente que no concibe el juego sin el balón, jugadores nacidos en el Miniestadi, jóvenes con una misma idea del fútbol, hombres de sangre culé.

Han reaparecido los niños de Cruyff. Van Gaal ha asumido el legado de su compatriota y, una vez liberado de la camisa de fuerza táctica, el equipo vuelve a divertirse en el campo y la hinchada lo celebra en la grada. Otro asunto es adivinar su grado de competividad. El paso de la Liga lo dirá.

El Compostela fue simple espectador del triunfo autoritario del Barcelona. La goleada ante el Zaragoza condicionó la actitud de uno y otro equipo en la arisca noche de ayer. El partido de Copa tuvo un efecto determinante: hinchó al Barça y acobardó al Compostela. La crecida del grupo de Van Gaal supone un efecto intimidador sobre el adversario. El colectivo de Vázquez no tuvo opción al triunfo. Ya hizo bastante con mantener una actitud muy digna en la cancha sabiéndose perdedor.

Plantado a partir de una línea de cinco zagueros, el Compostela miró y remiró, desconfiado, sabiendo que, le iban a apuñalar. El Barça se trabajó el partido con gancho. Tomó el cuero, le dio ritmo, movió el contrario hasta abrirle de piernas y, cuando tuvo el portero a tiro, metió la bala. Nunca malgastó un balón. La primera llegada (minuto 8) acabó en penalti, y Rivaldo lo falló. La convicción del grupo en el triunfo era tanta que nadie reparó en el error. El gol llegó en el segundo remate.

Pivotando sobre la figura de Óscar, el Barca ofreció un primer tiempo del alto voltaje. Hubo mucho entrejuego, y por lo menos cinco ocasiones. Llegado el descanso, el equipo se dejó ir y permitió que el Compostela se largara del Camp Nou con la sensación de haber perdido por dos lamentables errores individuales. Para entonces Óscar, asistente en los dos goles, ya se había ido.

Unidos por una forma de entender el fútbol, solidarios en defensa y ataque, los azulgrana ofrecieron un largo rato de muy buen ver. Fue un primer tiempo que desprendió un inconfundible aroma a Cruyff, justamente lo único que se le ha pedido siempre a Van Gaal. Un asunto así de fácil y así de difícil. Para bien o para mal, el Barça ya tiene un plan y un equipo para ejecutarlo.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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