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Reportaje:

A la cárcel por un bingo

Una mujer de Vigo, condenada por no compartir 20 millones con sus compañeras de juego

María Luisa gritó "¡bingo!" con todo su cuerpo. Bueno, ella, su amiga María del Carmen y la nuera de ésta, María Jesús. "¡Bingo!", gritaron las tres, las tres fuera de sí, con furia adolescente. Las tres ya habían compartido mesa otras veces, comprando los cartones a escote para así repartir también pérdidas y ganancias. De vez en cuando arañaban alguna línea que las ataba a la silla y las hacía volver, desde sus domiilios próximos, a ese salón binguero para pasar la tarde sin descartar un golpe de fortuna que las enriqueciera. Pero lo de aquella tarde les estalló a las tres en la cabeza: un bingo acumulativo de ¡20 millones de pesetas! Año y medio después, la Audiencia de Pontevera ha condenado a María Luisa a tres años de cárcel por no repartir el premio con sus amigas.Ocurrió el 1 de junio de 1996, sábado, sobre las cuatro y media de la tarde, en el bingo instalado en un sótano de la calle de las Camelias de Vigo. María Luisa Bastarrechea López, de 62 años; María del Carmen Carrera Gómez, de edad similar, y la nuera de ésta, María Jesús Lage Estévez, habían dejado la playa y, para combatir el aburrimiento, buscaron el familiar sótano de Camelias.

Tomaron asiento en la mesa que, a fuer de asiduas, habían hecho su mesa, y hurgando en sus respectivas bolsas de playa, con movimientos casi sincronizados, sacaron de los monederos 2.000 pesetas cada una, que amontonaron en el centro del tapete para ir comprando los cartones y compartiendo los resultados, a ver cómo se daba la tarde. En el vestíbulo ya habían visto el luminoso anunciando un bingo acumulativo de casi 20 millones; no caería esa breva.

No tuvieron que esperar mucho, sin embargo. Apenas un par de cartones. La camarera les facilitaba uno a cada una por partida y se cobraba el porte del montón común. María Luisa empezó a tachar en el suyo, con insólita fluidez, los números que cantaba la cutora. "Niñas, me quedan sólo dos", espetó a sus compañeras, y ellas levantaron la cabeza para ojear, boquiabieras, el cartón crucificado de su amiga. María Luisa tachó otro número y empezó a invocar el que le quedaba, con los nervios, las tres, a punto de reventar, sin permitirlas tocar ya en sus asientos. Hasta que la voz neutra de la locutora dijo el número anhelado.

"¡Bingo!", gritó María Luisa con los brazos en alto, blandiendo el cartón. Las tres se levantaron de la mesa armando un torbellino de risas y alegrías. "¡Ya era hora!", decían, como si la fortuna les hubiera sido esquiva demasiadas veces.

El bingo se elevaba exactamente a 19.907.313 pesetas, y aprestaron a cobrarlo. Pero sólo María Jesús llevaba encima su DNI. El jefe de sala sugirió que las otras dos fueran a buscarlo a sus respectivos domicilios para así extenderles tres cheques nominativos de 6.635.171 pesetas. No quisieron. No iban a aplazar ellas el cobro de su premio por semejante bagatela. Y eran amigas, más que socias de juego. Ya cobrarían el lunes el talón y se repartirían el premio. De momento, salieron a celebrarlo con gran jolgorio en un bar cercano. María Luisa se quedó con el talón extendido a nombre de María Jesús. Y el lunes, a primera hora, el hijo de María Luisa, Javier Ribera Bastarechea, de 29 años, acudió a las oficinas del bingo y, aduciendo determinadas ventajas ante Hacienda, pidió que le cambiaran el talón del premio por otros dos a nombre de dos empleados de su empresa. Mientras, su madre prevenía a María del Carmen y su nuera de que el dinero de aquel premio sería exclusivamente para ella porque suyo era el carón agraciado y sólo ella había cantado bingo!". Ahí empezo el pleito.

Los abogados de María Luisa y de su hijo han mantenido esa misma tesis, contra la versión de numerosos testigos, que las tres mujeres jugaban en propósito de compartir pérdidas ni ganancias. En la Audiencia Provincial de Pontevedra no Io han entendido así, y han condenado a María Luisa y a su hijo, por apropiación indebida, a tres años y a dos años medio de cárcel, respectivamente, así como a una multa de seis meses a razón de 1.000 pesetas diarias, y a que devuelvan las otras dos mujeres las dos terceras partes del premio con sus intereses. Madre e hijo han denunciado que recurrirán esta sentencia ante el Tribunal Supremo.

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