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BALONCESTO: CUARTOS DE FINAL DE LA COPA DEL REY

El TDK se aprovecha del desenfado de Estudiantes

Luis Gómez

El TDK Manresa hizo lo que tenía que hacer: trabajar y ganar. Aprovechó con humildad las facilidades que le dio el Estudiantes. Lo hizo sin aspavientos, con moderación. La Copa le gusta y pone de nuevo sobre la mesa su candidatura. El partido puso en conflicto dos estilos bien diferentes de entender el baloncesto: el riguroso y sensato frente al alegre y desenfadado. Sigue vivo en la Copa el que se lo tomó en serio. ¿El Estudiantes? No era su día.

Vulgarmente, se dirá que salieron con la berza. Es un término que puede aplicarse a lo que hizo ayer el Estudiantes. Pero no es adecuado el calificativo. Cierto, todos podemos tener un mal día. En el caso del Estudiantes, no es esa la explicación. Es una marca de la casa, un raro fenómeno que se ha reproducido en circunstancias diferentes y entre distintas generaciones. Quién sabe, un virus congénito, un acceso febril. Tiene mucho que ver con su estilo y desde luego, con su idiosincrasia: el espíritu del club sigue fiel a un insobornable sentido del amateurismo. Sus fieles lo entenderán mejor: de pronto, cualquier día, los chicos se levantan de la cama como si tal cosa y salen a jugar un partido. Y lo hacen sin atender a lo que hay a su alrededor; juegan como lo hace un grupo de amiguetes que después ha quedado a tomar unas cañas. Eso suele suceder cuando les toca jugar contra alguien al que pueden ganar, en su condición de favoritos. Nunca, por ejemplo, ante el Madrid. Y apunten otro dado: sus americanos se adaptan perfectamente a este lapso de los biorritmos, como si se hubieran formado también en el Ramiro. Curioso, ¿verdad? Ayer fue uno de esos días. Los estudiosos del fenómeno lo presagiaban. Enfrente, el TDK Manresa, un rival aparentemente inferior, un conjunto de buenos chicos que hacen su trabajo. Y Creus, al mando, sabio, construyendo piedra a piedra. Y el escenario, la Copa. En ese clima, el Estudiantes necesita tratamiento de choque. Por ejemplo, el Real Madrid o el Barcelona. Si no, pasa lo que pasa.

Porque pasó que llegó un de esos días. Los chicos corren, porque aquí todo el mundo corre, pero posiblemente ninguno en la dirección adecuada. En la confusión olvidan todas las consignas ye avecina el desastre: unos corrían y los otros encestaban. Total: 17-37 en casi 14 minutos de juego. Al margen queda el técnico, Pepu Jiménez, en plan profesor universitario. No crean que se llevaba las manos a la cabeza. Sabe que esas cosas pasan ciertos días. Pepu aparenta tranquilidad. Buena señal: comprende el problema. Y sabe que, a veces, no tiene remedio. O se remedia solo.

20 tantos de diferencia era un capital en la cuenta de Creus, experto en cierto tipo de finanzas. Cabía pensar que el partido estaba perdido. Craso error. Efecto también del virus. El presunto enfriamiento puede conducir inopinadamente a repentino calentamiento, según el cual los chicos siguen corriendo (a eso no les gana nadie en esta Liga), pero encestan. Así se entiende que cinco minutos después de la gran desventaja, alcanzaran un buen recorte (31-41). Recorte desperdiciado luego en el descanso (31-46), porque estos calentamientos no son, en modo alguno, una garantía.

Y no lo fue. El termómetro subió y bajó sin aparente explicación. Se registró un nuevo calentamiento en la segunda parte que pareció presagiar que el Estudiantes se había metido en el partido (64-66 a falta de nueve minutos), pero a esas revoluciones a las que a veces juega el equipo es difícil mantener la calma, justo lo que trataba de hacer en todo momento Creus (40 minutos en cancha). Era lógico aceptar que el ritmo del partido lo marcaba el Estudiantes, pero no se puede despreciar que el Manresa no cayó en la trampa del cara a cara. El termómetro del partido subía y bajaba (10 de ventaja, 10, 5, 4, 12) hasta que llegó lo irremediable: una zona a su debido tiempo acabó con tanto cachondeo.

Jugaron y disfrutaron. Luego, se tomaron unas cañas. El Estudiantes deja la Copa sin dramatismo., Es otra forma de entender la vida. Sus rivales volverán hoy al tajo: para eso les pagan.

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