VILLALONGA, LA APUESTA AMERICANA - Los ejecutivos de la nueva economía valoran el estilo directo y agresivo del presidente de Telefónica
En la tercera planta de la librería Barnes & Noble, en Union Square, Nueva York, se encuentra uno con la sección de Negocios, y allí, entre un volumen titulado Doing business with the new Japan (Hacer negocios con el nuevo Japón) y otro bajo el sugestivo rótulo de Brutal bosses, and their preys (Jefes brutales, y sus víctimas), atina el comprador con un libro que no alude al mundo de las telecomunicaciones o de Internet. Y, de hecho, su título puede desorientar: Sex & Business (sexo y negocio). El volumen contiene la única entrevista que Juan Villalonga, un hombre reticente a prodigarse en los medios de comunicación, ha concedido recientemente en Estados Unidos, o en cualquier otra parte del mundo.Su autora, Shere Hite, cuyo Informe Hite se convirtió en una leyenda que revolucionó las ideas sobre el comportamiento sexual en Occidente en los años setenta, entrevistó para este trabajo a 21 altos ejecutivos de compañías de todo el mundo, entre ellos a Villalonga. Hite arranca la conversación con el presidente de Telefónica preguntándole su opinión sobre los "valores familiares" y Villalonga, en un alarde de concisión, contesta con sólo once palabras, de lejos la respuesta más breve de las veinte entrevistas que contiene el volumen (Hite no le planteó la cuestión a uno de los ejecutivos). La respuesta de Villalonga es la siguiente:
-Eso es una abstracción. La realidad es: el mundo está cambiando.
La respuesta de Villalonga no ayuda a clarificar su visión sobre los "valores familiares", ni su concepto de abstracción, ni su idea acerca de la dirección en la que está cambiando el mundo. Pero, de alguna manera, resulta reveladora. De hecho, lo más interesante de esa contestación consiste en que dice más sobre el carácter del presidente de la primera empresa española que sobre casi cualquier otra cosa.
Villalonga responde a Hite como lo haría ante una reunión con analistas financieros o en una junta de accionistas de la compañía que preside. Ejecuta una sentencia con absoluta seguridad y da por liquidado el asunto. El mismo estilo que ha mostrado en ocasiones anteriores, cuando interpelado sobre los problemas de Telefónica, se limitaba a contestar: "Yo creo valor para el accionista".
El libro está disponible en las tiendas desde el 30 de abril y ha pasado más o menos desapercibido, como por otra parte cabía esperar. Pero el rasgo que destaca de la personalidad de Villalonga en la entrevista con Hite, la firmeza de carácter, rozando la impertinencia, es algo especialmente apreciado en Estados Unidos. Lo ha venido a demostrar el entusiasmo y la sorpresa que ha causado en este país la espectacular compra que Terra, la filial de Telefónica para Internet, cerró la semana pasada, por la que Lycos, uno de los portales más importantes del mundo, pasaba a manos españolas por 12.500 millones de dólares (unos 2,3 billones de pesetas).
De repente, y de forma casi unánime, la prensa estadounidense ha descubierto en Juan Villalonga un nuevo líder global, cuyo estilo anglosajón de hacer negocios, "directo, rudo y agresivo", tiene poco que ver con la vieja etiqueta y las suaves maneras atribuidas generalmente a los empresarios españoles, poco dados hasta ahora a competir en Estados Unidos con verdadero éxito, especialmente en un sector puntero como el de Internet o las telecomunicaciones.
"Su estilo es perfecto para Miami", sostiene Seth Gordon, director de GDB & Partners y presidente de Tuesdaynetwork.com, una empresa que ofrece bases de datos sobre compañías de Internet. Gordon alude a Miami porque Villalonga ha establecido aquí su cuartel general en América, y tanto Telefónica como Terra resultan ya una presencia familiar en esta ciudad estadounidense.
"Que Terra comprase Lycos no fue una sorpresa aquí en la ciudad de Miami; quizá sí lo fue en Nueva York, California o Massachussetts (sede de Lycos)". Gordon admite que le gustan los modos un tanto ásperos de Villalonga y que, en cualquier caso, le parece un modo sano de llevar los negocios en Estados Unidos. "Por cierto, creo que Terra va a dominar la fusión, la gente de Lycos va a tener que hacer un gran esfuerzo y lo van a pasar mal".
Ya ha empezado a suceder, y fue el primer signo de que la fama de Villalonga no va de balde, y de que siempre está dispuesto a representar el papel que la prensa le ha adjudicado de antemano. El martes de la semana pasada, recién firmado el acuerdo por el que Terra se convertía en un gigante global de Internet, por detrás sólo de los tres grandes estadounidenses (America On Line, Yahoo y Microsoft), Villalonga y el presidente de Lycos, Robert Davis, convocaban una conferencia de prensa en Nueva York. Al acto, además de periodistas, acudieron decenas de empleados de Lycos, que aplaudieron de forma entusiasta cada proclama de sus nuevos jefes.
En un momento dado, y a pregunta expresa de un periodista sobre dónde tendrá su sede la nueva Terra-Lycos, Davis trató de llevar el agua a su molino para despejar dudas (muchos de sus empleados temen un futuro traslado a Miami).
"Las operaciones en Estados Unidos tendrán su sede en...", comenzó Davis, sólo para verse interrumpido de forma brusca por Villalonga, que de una vez aprovechó para dejar claro quién estaba al mando de aquello:
-Un segundo. El presidente de Telefónica y de Terra-Lycos (en alusión a sí mismo) tiene muchas casas. Yo estoy donde está el negocio.
Los empleados de Lycos rieron una risa nerviosa, aplaudieron con cierta desgana, y la conferencia de prensa se encaminó aceleradamente hacia su final, en medio de una cierta frialdad. Hubo una despedida oficial, los empleados de Lycos volvieron a aplaudir y luego se fueron. Pero la nota discordante no ocultó lo esencial: se trataba de la primera vez que el presidente de una empresa española acudía a Nueva York para anunciar la adquisición de una gran compañía estadounidense.
De un golpe, Villalonga había demostrado sus poderes, y banqueros, analistas y círculos empresariales de Estados Unidos comenzaron a preguntarse quién era aquel personaje. "Porque hace seis meses, poca gente sabía de verdad quién era Villalonga", explica Richard Calienes, presidente de Nexus, una firma con sede en Miami. Más allá de las pregunas sobre el personaje, lo que banqueros y empresarios querían saber de verdad era qué planes tenía Villalonga para el futuro.
No tardaron en averiguarlo. Horas después de aquel acto en Nueva York, Villalonga tomó un avión rumbo a Madrid, donde al día siguiente sostuvo una restringida reunión telefónica con analistas financieros de ambos lados del Atlántico.
En ese encuentro, el presidente de Telefónica transmitió, más que nunca antes, la sensación de que iba a por todas, y en un momento dado pronunció una frase que algunos de los participantes recordarían perfectamente una semana después, cuando se realizaron las entrevistas para este reportaje: "De ahora en adelante", sentenció Villalonga, "ustedes deberán pensar en Terra como algo equivalente a eBay, Yahoo, y Amazon combinadas, y además nos proponemos tener una fuerte presencia en Estados Unidos".
Un somero vistazo a las cifras revela la magnitud de la ambición de Villalonga. El valor en Bolsa combinado de eBay (un sitio muy popular en Estados Unidos para vender y comprar los artículos más diversos), Yahoo, el conocido portal, y Amazon, la mayor librería del mundo en la Red, suma casi 16 billones de pesetas, cuando la propia Telefónica apenas supera ahora los 11 billones, tras los descensos de las últimas semanas (aunque llegó a valer 17 billones en febrero pasado).
Uno de los participantes en aquella reunión con el primer ejecutivo de la empresa española detallaría luego su sorpresa ante lo que aún parecía un atrevimiento un tanto desmesurado por parte del presidente de Telefónica, a pesar de que ya se había hecho público el acuerdo con Lycos y, por tanto, el nivel de las ambiciones que alberga Villalonga. "Recuerdo haber pensado", explica ese participante en la reunión, mientras baja la voz y se inclina sobre la mesa de su despacho en un gran banco de inversión en Manhattan: "O éste está loco y tiene la brújula perdida, o realmente tiene un plan a largo plazo muy pensado desde hace mucho tiempo".
Visto en retrospectiva, todo parece apuntar a que Villalonga, en efecto, tenía un plan muy pensado desde hace mucho tiempo, y que la evolución de Terra, que ha pasado en pocos meses de ser un cascarón semi vacío en Brickell, la avenida de los negocios en Miami, a uno de los gigantes del sector en Estados Unidos, era inevitable. No lo era.
"Cuando llegamos a Miami", recuerda ahora un antiguo ejecutivo de Terra, "teníamos tres posibilidades: montar el negocio nosotros solos, comprar a otros ya establecidos, o combinar las dos estrategias anteriores. Comenzamos a montar el negocio nosotros solos". Eso fue a mediados del año pasado.
El portal español se presentó en Nueva York a mediados de enero, y entre entonces y ahora, Villalonga consumó el giro de estrategia que finalizó con la espectacular compra de Lycos, que dejó boquiabierto a más de un estadounidense. "La negociación la han llevado entre Villalonga, Abel Linares (primer ejecutivo de Terra), y poco más", según una fuente de Telefónica.
Esta capacidad del presidente de Telefónica para dar golpes de timón es uno de sus rasgos de carácter que más impresionan a los estadounidenses. "Villalonga es muy flexible", explica un analista de una importante firma de inversiones de Wall Street. "Es una cualidad muy difícil de encontrar: poder combinar la toma de decisiones con la capacidad de modificarlas inmediatamente si hace falta. La tecnología se compra. Las ideas se copian. Lo que hace falta de verdad, y eso Villalonga lo tiene, es capacidad de gestión".
Obviamente, este punto de vista no es compartido de forma unánime en todos los círculos empresariales de Estados Unidos, especialmente en aquellos que han seguido más de cerca las operaciones de Villalonga en América Latina, muchas de ellas polémicas. "Yo creo que parte del estilo de Juan a veces no cae bien en América Latina, donde despierta memorias históricas no muy positivas", explica Fernando Espuelas, presidente y fundador de StarMedia, un portal de Internet dirigido a América Latina y a la población hispana de Estados Unidos, con sede en Nueva York, y que afirma ser el líder del sector, muy por encima de Terra.
Espuelas se refiere a los conflictos que Villalonga ha tenido con algunos accionistas minoritarios de las empresas participadas por Telefónica en Latinoamérica, y rebaja el entusiasmo que la fusión de Terra con Lycos ha despertado en Miami. "Miami está muy lejos de Wall Street; no se siente con el mismo ritmo con el que se piensa en Wall Street".
Independientemente de sus conflictos en América Latina, lo cierto es que Villalonga ha mantenido desde Miami un bajo perfil: salvo alguna contada salida a la playa, no se deja ver en actos sociales y rehúsa cualquier encuentro con la prensa. Pasa la mayor parte del tiempo en el apartamento que comparte con su actual compañera sentimental, Adriana Abascal, viuda del magnate mexicano de la televisión Emilio Azcárraga, en un rascacielos de la avenida Brickell, a escasa distancia de las oficinas de Terra y Telefónica.
"Juan Villalonga es invisible en América Latina", afirma Christopher Ecclestone, director de HP Capital Markets, una firma de analistas especializada en inversiones en Argentina y el resto de América Latina. "Hay mucha gente en la comunidad financiera de Buenos Aires que no sería capaz de acertar a pronunciar su nombre".
En cualquier caso, se trata de una estrategia perfectamente diseñada desde que Telefónica se instaló en Estados Unidos.
"La consigna fue clarísima desde el principio: pasar lo más inadvertidos posible", afirma en Miami alguien que, como casi todos los entrevistados para este reportaje que conocen a Villalonga, declinó ver su nombre publicado.
En perfecta consonancia con este plan, Telefónica no suele responder a las llamadas de la prensa local, Villalonga declinó recientemente ser entrevistado por el diario The New York Times, y ningún portavoz de la compañía, ni en Miami ni en Madrid, aceptó realizar declaraciones para este reportaje (de ahí que resulte doblemente sorprendente su entrevista con Shere Hite).
En cualquier caso, todos los factores reseñados hasta ahora, desde su estilo anglosajón de hacer negocios hasta el aislamiento en el que vive en Miami, contienen una sugerencia inquietante. "Villalonga está cada día más alejado de España", afirma la misma fuente en Miami. "Sus conversaciones con analistas y financieros aquí en Estados Unidos, y la lejanía física con Madrid le separan cada vez más de los hábitos empresariales españoles. Además, y por una cuestión puramente generacional, Villalonga se entiende cada vez menos con Ybarra y Vilarasau (sus socios de referencia)".
Villalonga tiene ahora 47 años, bastantes menos que Emilio Ybarra, que tiene poco más de 60 años, copresidente del BBVA, el banco que controla casi un 9% de Telefónica, y que Josep Vilarasau, de casi 70 años, el presidente de La Caixa, en cuyas manos se encuentra otro 5% de la compañía. Ambos hicieron fracasar hace poco la fusión de Telefónica con la compañía holandesa KPN, alentados por el Gobierno español, y las actas de una reunión de la comisión delegada, celebrada días antes, muestran las dificultades de comunicación entre Villalonga y sus principales accionistas. "La operación no puede esperar más", suplicaba Villalonga en aquella reunión. "Desecharla implicaría la pérdida de una gran oportunidad que quizá no se nos vuelva a presentar", insistió el primer ejecutivo de Telefónica, consciente del ritmo vertiginoso al que se hacen los negocios en el mundo de Internet y de las telecomunicaciones, especialmente en Estados Unidos. Pero la operación fue desechada y tanto el BBVA como La Caixa se negaron a respaldar a Villalonga en sus pretensiones.
Este último factor, junto con sus recientes choques con el Gobierno presidido por su antiguo amigo de la infancia, José María Aznar, comienza a causar cierta preocupación en círculos financieros de Estados Unidos, a pesar de la reconocida indiferencia que se presta en este país a la vida personal de los altos ejecutivos. Villalonga está casado con Concha Tallada, amiga íntima de Ana Botella, la esposa del presidente del Gobierno, pero comparte su vida desde hace más de un año con Adriana Abascal en Miami.
"La vida privada del presidente de Telefónica no interesa a nadie en ese país", asegura un banquero de inversión en Nueva York. "Pero si de ello se deriva una cierta debilidad en el consejo de administración de la compañía, es diferente. En una empresa típica latinoamericana, en la que el consejo se limita a aprobar sin más los deseos de su presidente, no hay caso. Pero en una empresa de Estados Unidos o de Europa es diferente. Si empiezas a intuir que el presidente no cuenta con la plena confianza del consejo, entonces puede ser un problema".
Pero de momento, estas objeciones no logran oscurecer el triunfo del que disfruta Villalonga en Estados Unidos estos días. Después de la compra de Lycos, todo el mundo da por descontado aquí que Terra está preparando un rosario de compras de empresas de Internet, pequeñas y medianas, en el intento declarado de Villalonga de alcanzar a las tres grandes.
"Terra quiere ser un jugador global, y no sólo limitarse al mundo hispanohablante", asegura Lucas Graves, analista senior de Jupiter Comunications, una empresa dedicada a los negocios por Internet con sede en Nueva York, y su intuición coincide con la de los poderosos bancos de inversión de Wall Street, según las fuentes consultadas.
Tan clara aparece ante los estadounidenses la avidez y la capacidad de golpear de Villalonga, que ya nadie está seguro de cuál va a ser el siguiente paso, ni nadie se sorprendería del más inverosímil de los conejos que el presidente de Telefónica se pueda sacar de la chistera. "En Internet, además, todo el mundo habla con todo el mundo, todo el tiempo", según un antiguo empleado de Terra, y un rápido sondeo, sin ninguna pretensión científica, parece darle la razón.
¿Qué tal si Terra decide acabar con la competencia que le supone StarMedia simplemente extendiendo un cheque? "Bueno, eso depende de mí", responde Fernando Espuelas, presidente de la compañía, cuyo valor en Bolsa alcanza todavía los 1,8 billones de pesetas, a pesar de las recientes caídas de su cotización. Después de la operación de Lycos (2,3 billones de pesetas), un bocado de sólo 1,8 billones no parece algo imposible de tragar para el presidente de Telefónica. Espuelas admite que ha tenido algún contacto con Villalonga, pero niega que la cosa se haya planteado finalmente en serio.
Sin embargo, hay toda una legión de pequeñas empresas de Internet en Estados Unidos que disponen de los contenidos más variados y que estarían más que encantadas de tener algún tipo de relación (cuanto más estrecha, mejor) con Terra, de quien envidian su capacidad de llegar a millones de clientes en todo el mundo.
"Estaríamos felices de hacer negocios con Terra y Telefónica", asegura Steve Goldstein con entusiasmo. Goldstein es el director para expansión internacional de Smallworld.com, una pequeña firma que ha diseñado todo un conjunto de atractivos juegos (fútbol, rugby, béisbol) on-line, a los que se han apuntado 1,5 millones de jugadores en todo el mundo.
La gracia del juego es que, cuando uno elige un jugador conocido internacionalmente, el simulador proporciona los últimos datos disponibles: los goles que marcó hace diez minutos Roberto Carlos o cualquier tipo de estadística similar. "Para esto es importante disponer de un socio con los recursos de Terra y Telefónica", dice Goldstein, quien reconoce sin embargo que, de momento, con quien comparten negocio es con Starmedia, la competencia de Villalonga.
Hay decenas de empresas.com en esta situación en Estados Unidos, pendientes del próximo paso de Juan Villalonga. Si uno hace abstracción de cuál ha sido hasta ahora la atención que las firmas españolas han despertado en Wall Street, el mundo, verdaderamente, está cambiando. Quizá se refería a eso Villalonga cuando le contaba a Shere Hite lo de la abstracción y los cambios en el mundo.
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