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Una tonta inflamación de media tarde

Según el magazine Hui en dia estrenado en la tarde de ayer en Canal 9, probablemente la cadena de televisión autonómica ,más ruinosa (y ruidosa) de este mundo, lo que pasa hoy en día, que tal viene a ser el título en castellano del programa que osan presentar como novedad de invierno, puede resumirse en un par de concursos poco inspirados, la actuación en directo de una orquesta sin más pedigrí que su aparición en la pantalla de media tarde, dos cantantes desahuciados para otra fama de la que puedan obtener a cambio de su presencia en este chocolatero divertimento, y la presencia estelar, si así puede decirse, de una Mar Flores empeñada en demostrar que lo mismo desfila por pasarelas de ocasión que se equivoca sin el menor sonrojo. al conducir un concurso que no presenta otras dificultades que las debidas a su también ocasional papel de presentadora.A los trece minutos de programa, por contar el tiempo de una manera fatídica, apareció Mar Flores (tan puesta ella, tan interpuesta, tan bella, tan poca cosa televisiva), presentando un concurso, tan valenciano, en el que se trata de proporcionar pistas musicales de aluvión a una pareja de concursantes unidos por un vínculo familiar. Del ingenio de los guionistas que participan en la cosa pueden hacerse una idea si digo que, al tratarse de adivinar el enigma de un alimento rico, rico, los animosos cantantes limitan a Concha Piquer, luego cantan algo que tiene que ver con lo negro, y rematan con un simulacro de canción del gran Adamo, donde -por necesidades de la desidia del guión- la letra cambia cintura por mejilla. La conclusión de la pareja concursante es obvia: de la estúpida combinación de términos como concha, negro y mejilla no puede salir cosa distinta que -lo han adivinado también - mejillones, alimento quizá más rico que el que proporciona Mar Flores en esta parodia de un talento por descubrir en el que, aparte sus errores de invitada segura de poder equivocarse sin perder el empleo, brilla su singular disposición a mostrar un esqueleto de marca que habrá de asegurarle todos los trabajos decibles de este mundo.

Fuera de ese pollo, o de esa pollita de postín, el resto del programa naufraga en el breve oleaje del todo para nada. La profesionalidad -ya no se sabe si se trata de un insulto- de Ximo Rovira, ese gran muchacho, y de Nuria Roca, con su gran presencia en pantalla, apenas logra reconducir un espeso cajón desastroso en el que la apelación al todo sirve para mostrar los desiertos de la nada y donde la gran estrella brilla de esa manera opaca que obliga a preguntarse acerca de las auténticas razones de su contratación para un programa que en nada la necesita, para nada la reclama. Una presencia, la de Mar Flores, que se querría estelar y que viene a resultar tan prescindible como la del resto del programa, de sus ejecutantes, de sus invitados, de sus programadores. Una tonta inflamación de media tarde que no sirve para nada.

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