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FÚTBOL 21ª JORNADA DE LIGA

Cayó la Real Sociedad

El Racing acaba con la racha donostiarra de 17 partidos invicta

Cayó la Real. El Racing hizo trizas su récord. La última derrota donostiarra, ante el Real Madrid, se remonta al 13 de septiembre. Acusó en exceso el esfuerzo realizado. Ha jugado cinco partido 3 en 14 días. El corazón respondió en todo momento, latió con fuerza hasta el minuto 90. Cansado, exhausto y falto de oxígeno, un equipo literalmente destrozado por el castigo que había sufrido, la Real todavía hizo creer en la resurrección de un moribundo cuando Kovacevic marcó el 2-1 en el minuto 87. Todavía restaban tres minutos para el milagro. La Real se resistía a expirar, y sacó fuerzas de su propia desesperación. Estuvo a punto de consolidar su meritorio récord estadístico: 17 partidos invicto.Pero no podía ser. El voluntarismo perdió ayer la partida ante un Racing que propinó un duro correctivo a su adversario. El uruguayo Correa, una de las figuras del partido, se encargó de destruir el mito de las resurrecciones milagrosas, cuando anotó el tercer gol que sentenciaba la contienda y dejaba las cosas en su sitio. Su gol, una exhibición de velocidad y de clase, hizo justicia y deshizo otros malentendidos, por ejemplo, ese infundio que pesa sobre Marcos Alonso, a quien se acusa de que sólo sabe dibujar murallas defensivas inexpugnables. Además, el técnico cántabro demostró con hechos que es algo más que un admirador platónico del fútbol de ataque. También sabe ponerlo en práctica. Su equipo marcó dos goles en la primera mitad, estrelló un balón en la madera, sometió a un duro asedio a su rival y generó infinidad de ocasiones de gol, que sólo la extraordinaria calidad de Alberto desbarató.

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Mención especial merece el tanto del ruso Bestchasnykt, resuelto con un disparo formidable después de realizar dos regates en corto que dejaron sentados a sus adversarios.

La Real, un bloque que trabaja de forma disciplinada y colectiva, sufre en su carne, además del cansancio fisico, la ausencia de su cerebro De Pedro, el jugador por el que suspira la hinchada donostiarra, que ayer aclamó a su ídolo Craioveanu.

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