Acaba el año televisivo de siempre y empieza el de costumbre
El adiós de Martes y Trece, refritos de programas y las gracias de 'CQC' y de los guiñoles cerraron 1997
El año 1997 terminó con la separación, al parecer definitiva, del dúo Martes y Trece. Eso permitió a La Primera de Televisión Española ahorrarse una pasta en la elaboración del tradicional espectáculo de fin de año de Josema y Millán, que consistió en un refrito de los mejores momentos audiovisuales de la pareja, con especial hincapié en su ya mítico vapuleo a Encarna usando como arma una empanadilla.¿Siempre se van los mejores? Lo comprobaremos el año que viene, cuando echemos de menos a Martes y Trece porque TVE nos ha dejado en manos de Los Morancos o algo peor (si tal cosa es posible). Previamente, La Primera nos obsequió con uno de esos programas de Guillermo Summers (Mitomanía: canta y sé feliz) de los que el aficionado a la caspa catódica siempre extrae momentos de placer: a destacar la presencia de Pepe Domingo Castaño con pantalones de pata de elefante y la de un Chiquito de la Calzada en blanco y negro y con pelo.
También Antena 3 optó por el refrito, colocando a la actriz Concha Velasco al frente de uno de esos programas que alternan los grandes momentos de la programación del año con ridículas intervenciones de los profesionales de la casa, a los que se conmina a cantar o a hacerse el gracioso. Cuando Pepe Oneto (director de informativos de la cadena) aparecía disfrazado de enfermero y meneando el tupé bicolor fue el momento que quien esto firma aprovechó para pasarse a Tele 5 y asomarse al Especial Caiga quien caiga. La pandilla de reporteros de El Gran Wyorning hizo lo de costumbre, para alegría de su habitual parroquia de progres y posmodernos. Es decir, conseguir que hasta el más cenizo se ponga las gafas de sol y aparente ser un tío "enrollado". A partir de ahora, lo realmente audaz va a ser meterle a Sergio Pazos las gafas por donde le quepan y partirle la cara a Tonino.
En Canal +, la espera hasta medianoche la cubrió una comedieta protagonizada por los guiñoles, en la que José María Aznar daba una fiesta de disfraces para anunciar algo de vital interés. Entre los invitados: un amenazante Miguel Ángel Rodríguez, un malhablado Javier Clemente, un delirante Felipe González o un Álvarez Cascos vestido de "interés general" (es decir, de balón). La gran noticia de Aznar consistió en su boda con Jordi Pujol, interrumpida por la aparición de un Arzalluz embarazado. La cosa tuvo su gracia, aunque los guionistas podrían haberse esmerado un poco más.
A las doce, la hora de las brujas, llegó el gran momento. Dejando aparte a Canal + (con una falsa retransmisión a cargo de un falso Jesulin de Ubrique), todo el mundo se buscó un reloj con historia. Tele 5 se fue a Granada, mientras TVE y Antena 3 se mantenían fieles al de la Puerta del Sol. Ése es cada año un gran momento para los fans de Ramón García, entre los que me cuento, porque nuestro héroe se pone una capa española que combina a la perfección con sus pajaritas color verde loro. Le cambiaron a Ana García Obregón por Rafaella Carrá (y en la Puerta del Sol se coló un nudista), pero él estuvo, como siempre, sembrado.
Luego vino el jolgorio habitual de todas las cadenas, brillando con luz propia el de TVE, gracias a las incombustibles Ana Obregón y Norma eDuval, que se vieron ayudadas por el no menos incombustible Raphael. ¿Estaba borracho el de Linares o es que vive en un estado permanente de euforia? Lo ignoro, pero verle gritar "¡Viva España!" y ponerse a cantar (¡y a bailar!) su Escándalo fue la manera más gloriosa de entrar en 1998.
Hay otras maneras de dejar atrás un año, probablemente más divertidas, pero para saber lo que se te viene encima no hay como la Puerta del Sol, Ana Obregón, Ramón García y esa alegría atontolinada de La Primera de TVE.
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