El charco permanente
El mal estado del terreno de juego de San Lázaro va camino de convertirse en un mal endémico para el Compostela. Cada vez que cae un fuerte chaparrón -algo muy frecuente en Santiago- el terreno de juego se convierte en una piscina. Ayer el problema se agravó porque además de la lluvia el césped tuvo que soportar su segundo partido consecutivo en apenas cinco días. Cambiar el drenaje del estadio cuándo concluya la temporada parece la única alternativa al patatal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.