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El poder y la distancia

En otros tiempos se dijo que quien domina Bohemia domina Europa. En el ámbito aeronáutico, AENA sabe muy bien que quien controla la megafonía controla los aeropuertos. En el Auditorio Nacional se comprueba que la luminotecnia sostiene o interrumpe los aplausos, y en política está demostrado que el manejo de la distancia es una de las atribuciones clásicas del poder. Quienes lo ostentan se saben desde el primer momento dueños y presos al mismo tiempo de esa particular geometría, de esos calculados protocolos por cuyas precedencias algunos se mostraron dispuestos a morir y sobre los que filósofos y politólogos han reflexionado con provecho e intención durante siglos.Sólo a partir de esa perceptiva de la distancia, el Príncipe puede proceder a su abolición para hacer gala de generosidad brindando su inmediatez. Sólo así, una vez cercado por el protocolo que gradúa las distancias de la forma más estricta, puede la alta autoridad de que se trate proceder a romperlo acercándose al común en instantes bien determinados siempre que singulares circunstancias lo aconsejen. Se imponen muchas reconsideraciones pero sin embargo algunos sencillos lemas publicitarios mantienen su plena validez, como aquél de "no hay vacaciones sin Kodak", de plena aplicación también a la política de nuestro tiempo. Elimínese la nube de fotógrafos y cámaras de TV y habrá desaparecido el acontecimiento histórico.

Reconózcase sin reservas que en el último trimestre nuevos y más perfeccionados instrumentos de observación, los medios informativos, han acercado de tal manera la fuente al observador que se han producido interferencias distorsionadoras.

Algo grave sucede aquí cuando se habla de la muerte de Marañón y el interlocutor replica que vaya faena para el Osasuna, pensando en aquella afamada línea media futbolística que compusieron en el conjunto pamplonica Marañón-Glaría. 0 cuando el nombre de Emma deja de evocar a Madame Bovary y empieza a traducirse por Exuperancia. Ni siquiera se habla ya del baúl de la Piquer y todo son referencias a los armarios más o menos agujereados desde los que se procede a la grabación de vídeos íntimos.

Como ha escrito un colega en El Boletin con ocasion de su V aniversario, el ambiente está tan degradado que en los últimos años rehusar determinados procedimientos propios de la canalla ha supuesto a muchos cargar con el indigno título de colaboracionistas del asesinato de Estado, de la corrupción y del robo de los fondos reservados. Así que cuando ha llegado el momento de reaccionar contra otros abusos, la tendencia natural de los que venían siendo damnificados ha sido la de observar con fruición e indisimulada complacencia cómo los chantajistas que hacían de matones son ahora sujetos pasivos de la más repugnante extorsión.

La cercanía ha resultado fuente de confusión y ha llenado de ruidos el sistema. Manuel Rivas en su maravilloso cuento La lengua de las mariposas (Editorial Alfaguara) refiere el efecto anticipado, como de poderosas lentes, que tenían las palabras entusiastas del paciente maestro republicano mientras aguardaba en la escuela rural el envío de un microscopio. Oigamos hablar al maestro tal como lo transcribe nuestro autor: "La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un muelle de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar, ¿a que sentís ya el dulce en la boca como si la yema fuese la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa".

En resumen, nuevos datos nos llevan a nuevas conclusiones. Se impone ir más allá de la frialdad de la geometría euclidiana, porque aceptemos de una vez que ni las nubes son esféricas, ni las montañas cónicas, ni las costas circulares, ni la corteza es suave, ni la trayectoria del rayo rectilínea. De la mano de Benoït Mendelbrot (La geometría fractal de la naturaleza, Ediciones Tusquets) hay que avanzar en el estudio de las formas que Euclides descartaba por informes para iniciar la investigación de lo amorfo y desarrollar una nueva geometría de la naturaleza de gran utilidad también en materia política ante fenómenos que se resisten a otros análisis convencionales como es, por ejemplo, el caso del terrorismo.

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