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COMPETICIONES EUROPEAS: COPA DE LA UEFA

Un trabajo profesional

El Atlético se clasificó por primera vez para los cuartos de final al ganar al Croatia Zagreb

Santiago Segurola

Con vigor y mucha insistencia, el Atlético superó al Croatia, que decepcionó en el Manzanares. Le faltó el ingenio que se les presumía a sus jugadores. Tampoco tuvo orden defensivo, ni ánimo para superar el gol de Caminero. El Atlético venció porque es mejor equipo y porque impuso sus condiciones. No le sobró fútbol, pero este partido lo ganó desde su talante laborioso y su mayor organización colectiva.El partido salió trabado y así prosiguió hasta el final. Hubo tensión y mucha pugna, pero el buen juego fue escaso. El Croatia llegaba con fama de equipo de tendencia individualista, a la yugoslava, dependiente del ingenio de tal o cual jugador, la clase de fútbol barrial que tanto temor provoca en España. Esta clase de equipos se distinguen por su inconstancia, por su desorganización defensiva y por su interés en aprovechar las posibilidades que ofrece la posesión de la pelota. No desde el punta de vista suramericano, que exige, un rigor casi académico en el buen uso del balón, sino desde una especie de vocación zíngara casi hetedoroxa, entre ocurrencias imprevistas. A eso debe aspirar el Croatia por lo que se vio en el primer partido. En el segundo apenas se le vio nada. Se defendió hasta donde pudo, jugó un partido demasiado físico para sus intereses y no agarró el balón casi nunca.

El Atlético estuvo muy metido en el partido, muy desconfiado del rival. Si al Croatia no le interesaba un encuentro combatido, al Atlético le venía de perillas. Presionó, achicó, ganó todos los balones divididos y estableció las reglas del juego durante la noche. Eso no significa que su fútbol tuviera altura. Casi toda su producción fue intempestiva, pequeñas ráfagas raciales mezcladas con leves sorpresas de los jugadores de siempre. Al Atlético le faltó impulso creativo, aunque su desgaste fue incuestionable.

El primer encuentro estuvo muy presente en la memoria de los jugadores del Atlético. Se tomaron al Croatia como una cosa seria, al contrario que en Zagreb, donde hubo demasiado absentismo en el primer tiempo. La gente interpretó su papel pon laboriosidad, sin despistes, con el grado de tensión que se exige en estas eliminatorias. El Croatia respondió de forma decepcionante. No le faltó espíritu, pero casi nunca estuvo en el perfil que se esperaba. Si Prosinecki es un barómetro de lo que sucede en este equipo, su actuación recordó sus peores tiempos en el fútbol español. Prosinecki no tuvo el criterio para dirigir el juego de su equipo, ni la capacidad de desequilibrio cerca del área. Y como tampoco es un marine, resultó que el futbolista angular del Croatia fue un lastre.

Sin Prosinecki, sin la pelota, sin organización, el Croatia sólo encontró la excelente disposición de Cvitanovic, un delantero larguirucho, de zancada larga y estilo vertical.

A modo de émbolo, el Atlético apretó con un fútbol vigoroso que molestó visiblemente al Croatia. Sobre la actitud general, no cabe hacer ningún reproche. Nadie se borró, nadie se despistó. Otra cosa fueron las soluciones que encontró el equipo rojiblanco para imponerse a su rival. Su juego estuvo afectado por un exceso de revoluciones. Hubo un punto desbocado en casi todas las acciones. Juninho, por ejemplo, volvió a obcecarse en el traslado, casi siempre desde el centro del campo. Esto le convierte en un jugador previsible, precisamente cuando su mejor cualidad debería ser la imprevisibilidad.

Desde el punto de vista táctico, el Atlético sacó un magnífico rendimiento de la banda derecha, por donde discurrieron la mayoría de los ataques en el primer tiempo. El despliegue de Aguilera fue casi comnovedor. Una y otra vez, se estiró para doblar a Caminero y entrar como un tiro hasta la raya de fondo. El Croatia no puso ninguna medida para taponar a Aguilera y se abocó a un grave problema. El gol se adivinaba en cualquiera de las incursiones del lateral. Terminó por concretarse en la última cabalgada del primer tiempo. Aguilera entró por la derecha como un avión y metió un espléndido centro que cabeceó Caminero, siempre categórico en estas cuestiones.

El gol valió menos que la superioridad del Atlético. Debió imponerse sin muchas dificultades, porque en la segunda parte se vio más de lo mismo. Aunque le faltó claridad y la presencia desequilibrante de Kiko, el Atlético superó en todos los órdenes al Croatia. Tuvo ocasiones Bejbl marcó un gol que el árbitro anuló por no se sabe qué razón y Juninho estrelló en el larguero un remate muy violento y limitó de forma severa al Croatia, que no tuvo ni oficio, ni carácter, ni juego para comprometer al Atlético, que hizo un trabajo muy profesional.

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