El Sevilla pierde los papeles
El cuadro de Miera sufrió dos expulsiones y el Villarreal le goleó
El Villarreal venció a un histórico en horas bajas. No sólo venció, se ensañó con un lóbrego Sevilla en un encuentro marcado por la polémica. Transcurría el minuto 38 cuando se formó una fenomenal tangana, con los 22 contendientes involucrados, producto de la cual el sevillista Hibic se marchó a los vestuarios. El árbitro decidió expulsarle por propinarle un puñetazo a un jugador rival.Hasta esos instantes, el encuentro marchaba dentro de los parámetros supuestamente normales: hegemonía de los de casa y contragolpes peligrosos del visitante. Supuestamente normales, si el rival que pisaba el Madrigal no fuese el Sevilla, con un presupuesto de 1.500 millones y con un estadio donde los 40.000 habitantes de Vilarreal camparían a sus anchas. Pero el fútbol no entiende de presupuestos, ni de historia ni de nombres. Porfían 11 contra 11 y el capricho del esférico o determinadas circunstancias condicionan el juego y el resultado final. Y en este encuentro fueron las circunstancias, es decir las expulsiones, las que determinaron el amplio guarismo reflejado en el marcador.
El encuentro tuvo un inicio espectacular, con los dos conjuntos lanzados en busca de los tres puntos, lo que supuso un juego abierto y alegre, con continuas llegadas a ambas áreas, si bien la iniciativa correspondía a los hombres de Irulegui, superiores en el centro de campo.
Pero llegó el fatídico minuto 38 e Hibic se fue, castigado, a la ducha. Para más inri, a los 40 segundos de la reanudación llegó la jugada que firmaba la sentencia de muerte del Sevilla. Casagrande derribaba al hispano-danés Christiansen dentro del área, lo que se tradujo en penalti y expulsión del meta.
El orgullo de los hombres de Vicente Miera mantuvo algo de trascendencia al choque. Pero tan sólo fueron 14 minutos, hasta que Alberto (para más guasa natural de Sevilla y declarado bético) batió a Monchi tras ejecutar perfectamente una falta.
El Villarreal mostró su fútbol más barroco y de manera impía doblegó a un apocado rival ante el alborozo de la afición. Christiansen se sumó a la fiesta y se estrenó como goleador con el cuadro castellonense, poniendo la guinda que faltaba a un vibrante partido entre un voluntarioso Villarreal y un prosaico Sevilla. Tras lo visto ayer, puede que el paso del equipo sevillano por la Segunda división no sea una mera transición.
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