"Me preocupa que ETA sabe ahora todo de mí", dice el escolta tiroteado

"Estoy deseando levantarme de aquí para volver a trabajar. Lo único que me preocupa es que ETA sabe ahora cómo me llamo, de dónde soy y a quién protejo. Nunca se debió conocer mi nombre". José María Lobato Femia, de 27 años, el guardaespaldas de la concejal donostiarra del PP Elena Azpiroz tiroteado por ETA el pasado viernes, salió ayer de la Unidad de Cuidados Intensivos.A las cinco y diez de la tarde, un celador del hospital Nuestra Señora de Aránzazu empujó su cama hasta una habitación de la segunda planta. Se estaba redactando así el parte médico más esperado por sus padres, unos trabajadores de Rentería (Guipúzcoa) que al principio temieron perder al hijo, y que ahora -aun sabiendo que no volverá a ver por su ojo izquierdo- están satisfechos con su suerte.

Antes de entrar en la habitación, José María pidió al camillero que se parara, y se dirigió al periodista: "No me apetece hablar del atentado. Tiempo habrá. Agradezco que te intereses por mí, pero estoy muy preocupado con que ellos sepan todo sobre mí". Ellos son los etarras que a las 9.15 de la mañana del viernes dispararon contra él con una pistola y una escopeta recortada. Una bala le pasó rozando, pero 26 perdigones del segundo disparo se alojaron en su cabeza, destrozándole el ojo izquierdo.

El Ministerio del Interior confirmó ayer que los etarras planeaban atentar contra la concejal Azpiroz. Fue precisamente ella la que alertó a su escolta al despertarle, sospechas la actitud de dos hombres apostados frente a su casa, junto al río Urumea.

José María, a pesar del aparatoso vendaje que le oculta parte del rostro, tiene muy buen aspecto. Ningún perdigonazo de ETA ha con seguido borrarle la sonrisa. Ni las ganas de trabajar. Elena Azpiroz lo visitó ayer tarde, después de que los responsables de la lucha antiterrorista le confirmaran lo que ella ya se temía: "Sí, casi con toda seguridad", declaró, "los terroristas venían a por mí".