Los consumidores denuncian los numerosos fallos y la mala distribución de las cabinas telefónicas

Las cabinas telefónicas se siguen quedando con dinero de los madrileños. Así resulta del reciente estudio sobre el número y localización de terminales realizado por la Unión de Consumidores de la Comunidad de Madrid (UCE-CM). Para comprobar la calidad de la telefonía pública se censaron las cabinas de la capital (3.936) y se sometieron algunas a pruebas de funcionamiento. Además se repartió a una muestra de 277 usuarios un sondeo para conocer de cerca las deficiencias detectadas y establecer los puntos de partida de una política correctora. De la encuesta se deduce una lluvia de quejas. Más de 90 ciudadanos de cada 100 se han encontrado algunas veces con cabinas fuera de servicio; el 82,3% afirma haber tenido problemas con la devolución de cambio. De hecho, los teléfonos existentes están adaptados para que se queden aún con las monedas sólo parcialmente utilizadas. Tampoco el análisis de la distancia entre las cabinas parece adecuada: el 85,35% lamenta la actual localización. En las calles madrileñas se encuentra un teléfono público cada 250 o 300 metros, frente a los 150 "ideales". Del estudio, además, resulta insuficiente el actual número de terminales. La UCE pide que "se instale un 30% más de teléfonos en los distritos mayormente afectados por la escasez, Barajas, Villa de Vallecas, Vicálvaro, San Blas y Moratalaz, que cuentan con menos de 100 unidades telefónicas públicas. El farolillo rojo de la carestía lo lleva el barrio de Corralejos, que dispone de una sola cabina. Esta lógica de localización, como añade la misma. UCECM, pasa por encima de las necesidades de los usuarios porque "no existe relación entre el número de teléfonos y la densidad de población". El control de las tarifas no ha escapado al estudio: la UCE propone una reducción del precio tanto en las llamadas con monedas como en las realizadas con tarjetas.