La Real fulmina al contragolpe

El partido se antojaba una crónica de ausencias. Demasiadas bajas restaban protagonismo a los intérpretes y anunciaban un encuentro desangelado. A la Real le faltaba casi todo su medio del campo habitual y al Compostela buena parte de su línea defensiva.

A priori la superioridad del Compostela era evidente. Su fortaleza reside en el centro del campo, allí donde Krauss había improvisado una cuadrilla de obreros entregados a la tarea de la recuperación del balón y a ofrecerlo de forma inmediata a cualquiera de sus dos delanteros o al joven López Recarte en el costado. El Compostela se entregaba al toque mientras la Real Sociedad apelaba al contragolpe. El encuentro se convirtió en un toma y daca en el que ambas defensas sobrevivían a duras penas a la entereza de los delanteros. La sombra de Penev entretenía en exceso. a los centrales blanquiazules.

Sin embargo, la defensa del Compostela se rindió apresuradamente: todo el desgaste físico en el medio campo se regalaba en cuanto la Real Sociedad sobrepasaba la línea de Passi y encaraba a los centrales. Entonces cada jugada era una ocasión. El partido adquirió un ritmo creciente. Cualquier voleón surtía el mismo efecto que un centro medido: allí surgía la figura de Craioveanu, de Kovacevic o de López Rekarte y la sombra lejana de un defensor del Compostela.