Más soldados que turistas entre los templos egipcios
Hace tres días Luxor fue una tumba de turistas extranjeros. Hoy es una prisión de lujo. La ciudad se encuentra rodeada por todos los costados. Las fuerzas de la policía y del Ejército han levantado innumerables controles en las carreteras y en las vías de acceso. Una legión de ciudadanos de paisano deambulan misteriosamente frente a los grandes hoteles; son la policía secreta. "No se puede salir de noche, es usted un turista y necesita un permiso especial de la policía", afirma nervioso el conductor del vehículo, empleado de una agencia de turismo local, al que pedí que me llevara hasta las puertas del templo de Hatshepsut, donde el lunes el atentado de un comando integrista costó la muerte de 68 personas, entre ellas 58 turistas.
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