_
_
_
_
TRAGEDIA EN MELILLA

Los muros rezumaban agua

Los melillenses lamentan indignados que no se evitara la rotura del depósito

"Lo último que nos esperábamos en Melilla era una riada". Los vecinos de El Polígono, el barrio que actuó de desembocadura de la siniestra lengua de agua que arrasó ayer la ciudad, retiran el barro de sus casas y tratan de identificar sus coches sin salir del estupor que se apoderó de ellos ayer a mediodía."Yo estaba en la barbería", dice Abdisal, un ciudadano de origen magrebí. Escuché gritos y salí. Venían coches pitando, gente corriendo y después una gran ola de barro con coches, puertas, postes, ladrillos, había de todo". A los vecinos de El Polígono, un barrio comercial, no les dio tiempo de quitar de en medio sus tenderetes de ropa y de fruta, pero sí, al menos, de subir a los pisos altos de las viviendas y a los tejados. A las grúas del ayuntamiento les ha costado horas desenmarañar los objetos que han quedado en aluvión sobre las aceras.

"Me llamó mi marido, que es policía, y me dijo que subiera al piso de la vecina, que venía el agua", cuenta Ana Martín. "Desde allí lo vimos todo. Y luego, a limpiar barro. La casa ha quedado hecha una ruina, pero por lo menos no tenemos muertos que llorar".

Donde sí tienen muertos que llorar es en las viviendas de Averroe, las que quedaban más cerca de los tanques. A la caída del sol, las viviendas ofrecen una imagen dantesca. Los bomberos han tenido que derribar los muros de las casas del piso bajo para buscar los cuerpos de la mujer embarazada y de sus dos hijos; los únicos vecinos a los que el agua sorprendió dentro de casa.

Los chavales que ayudan en las tareas de rescate reparten esfuerzo e indignación a partes iguales. "A ése le haces una foto y te parto la cara", grita una chica. Ese es el marido de una de las víctimas, que abandona el lugar de la tragedia ayudado por dos voluntarios de Cruz Roja. El hombre llora y repite que no se lo puede creer.

"Esto es una miseria", musita un hombre que ve cómo los operarios practican un agujero en la pared de su casa. "Me da igual ya, lo he perdido todo". Rompe a llorar. Un amigo completa el relato: "Llevarnos días viendo que los muros del depósito rezuman agua. Llevamos días... Yo entiendo que lo de Badajoz es tremendo, pero es una obra de la naturaleza. Aquí lo terrible es que se podía haber evitado, que ha sido un fallo humano".

Melilla no es muy grande y el agua la ha recorrido entera. En los corrillos, todos cuentan dónde estaban cuando ocurrió la catástrofe y qué vieron. "Yo estaba en el polígono. De pronto vi que venía gente corriendo. Al principio creí que era una manada de toros que se había escapado. Luego enseguida vi el agua", comenta uno.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El agua alcanzó también una residencia de ancianos cercana a los depósitos. Algunos residentes resultaron heridos. Sonia, una de las trabajadoras, vivió el momento como el más angustioso de su vida. "Toda nuestra obsesión era quitar a los ancianos de enmedio. Cuando los tuvimos a todos a salvo, intentamos enterarnos de lo que había pasado. Era como en las películas, como la ola de la película de la Biblia, como un maremoto". A las nueve de la noche, Sonia regresa a su casa. Tiene barro de la cabeza a los pies. "Creo que hoy he terminado pero mañana vendré otra vez", dice. Otros voluntarios llegan de refresco. La noche será larga.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_