Una noche de vértigo al volante
Miles de espectadores acompañaron desde la cuneta a los 90 conductores que participaron en el Rally de Madrid
Madrid se volcó ayer con el rally nocturno. Miles de aficionados se apostaron en la cuneta y hasta hicieron hogueras para calentarse y disfrutar de las pasadas vertiginosas de los 90 super-coches que participaron en la prueba. El tramo más peligroso, según los pilotos, fue el del embalse de Valmayor, donde volaron hasta los 190 kilómetros por hora y a ciegas por los continuos cambios de ralante. El trayecto más difícil fue el del puerto de Navafría, en el que los arroyos de la lluvia cruzaban la calzada y aumentaban las frenadas y el peligro. El valenciano Luis Climent ganó con autoridad. Un participante se salió de pista y atropelló a un espectador, causándole magulladuras."Es increíble. Parecen coches de scalextric. No se despegan del suelo", comentó un espectador cuando el Renault Maxi Mégane de Climent, dorsal número 1, tomaba una curva fuerte del tramo de La Cabrera a unos 90 kilómetros por hora. Climent voló en la primera vuelta. Logró suficiente ventaja como para permitirse el lujo de ir tranquilo en la segunda. "Le hemos dicho que levante un poco el pie del acelerador, que no arriesgue", explicó un directivo del citado equipo. El más directo rival de Climent, el pamplonica Jaime Azcona, que corre con un Peugeot 306 Kit Car y es actual subcampeón de España, "estaba ayer flojo de motivación, y la motivación es el 70% del resultado en un rally", según comentó Alfredo Rodríguez, ex copiloto del ex piloto campeón Borja Moratal. Ambos dirigen ahora el equipo Peugeot.
El rally arrancó del circuito del Jarama. Destacó un pique entre los que, a la postre, iban a ocupar el podio: Climent, Miguel Conde (con otro Renault) y Azcona, por ese orden. Casi se tocaban con los parachoques en plena carrera.
Tres coches de la organización recorrieron los siete tramos de la prueba, un total de 165,5 kilómetros cronometrados por las carreteras de la sierra norte, minutos antes del rally. Comprobaban que todo estaba listo. Reciben el nombre de triple cero, doble cero y cero.
El cero era ayer un Ford Escort Cosworth. En el asiento del copiloto, recorriendo el tramo del Jarama, la adrenalina se disparaba. Al volante, Carlos Esteban, actual campeón regional de rallies, que no participaba en la prueba porque su coche no estaba homologado. Salió diez minutos antes que los participantes. Esteban cogió la curva de Bugatti, y el coche derrapó: "Se puede controlar con la tracción, acelerando, y corrigiendo con el volante. Lo malo es que se te vaya de delante", explicó enfundado en un mono antiincendios y con casco.
Los que soportaron toda la presión de la prueba fueron los pilotos. Para ellos, el rally fue un duro maratón nocturno al volante. "En un rally nocturno, la impresión es mayor que en los diurnos", explicó Azcona. Para esta prueba, los pilotos cambiaron su horario de vida previamente. "Llevamos una semana durmiendo por el día y conduciendo por las noches los tramos de la prueba", añadió. Los conductores más modestos, con obligaciones ineludibles, no pueden permitirse el lujo de dejar el trabajo para entrenar. Además, muchos no tuvieron tiempo ni para preparar la carrera. Los extremeños del coche 41 se detuvieron entre dos tramos cronometrados y se compraron sendos perritos calientes en uno de los puestos ambulantes que acompañaban la procesión.
Contra la oscuridad, los coches llevaban ocho faros delanteros. Dos de ellos se llaman cuneteros. Iluminan los bordes de la calzada y sirven para que el conductor vea si puede recortar el trazado de la s curvas por la cuneta.
Climent se lució ayer: entró con el coche cruzado para salir en línea recta, lo cual desató los aplausos de más de 150 personas que se apostaban en el punto. "Hay que dar espectáculo, que es lo que gusta", respondió cuando los mecánicos le revisaban el coche en un punto de asistencia.
El piloto revelación del campeonato fue Salvador Cañellas, hijo del piloto de motos del mismo nombre que corría con Ángel Nieto. Quedó en el séptimo lugar.
Las dos curvas ilumi nadas del rally, una en El Espartal (tramo de 9,6 kilómetros), a la salida de la localidad de El Vellón, y otro en el de La Cabrera, estaban abarrotadas de gente. El Vellón se colapsó con los coches de los aficionados. Dos señoras observaban el atasco desde su ventana: "No nos importa, porque como en este pueblo nunca pasa nada ...", dijeron.
El público, linterna en mano, se subió a vallas y sitios elevados para ver los coches. Hubo caídas en el barro y resbalones en las piedras. Algunos iban bien cargados de bebida. Otros protagonizaron un rally paralelo entre tramo y tramo.
Un Peugeot 306 Kit Car como los que corrieron ayer cuesta 40 millones. Su motor, siete millones, y tiene una vida de 1.000 kilómetros. La revisión vale 3,5 millones. Los motores van a 9.400 vueltas. Peugeot llevaba ayer un equipo de asistencia de 15 mecánicos y seis talleres móviles montados en furgonetas.
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