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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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¿Un intento fallido de perdón?

También al Defensor del Lector, además de a la sección Cartas al Director, le han llegado misivas de lectores poniendo algunos reparos críticos al artículo ¿Debe pedir perdón la Iglesia católica por la guerra civil?, publicado en este periódico el domingo 26 de octubre. Su autor, el obispo de Canarias, Ramón Echarren, salía al paso de supuestas carencias informativas en un amplio reportaje aparecido en El PAÍS del domingo 12 de octubre con el título La Iglesia española no se arrepiente, firmado por Inmaculada de la Fuente.Dicho reportaje estaba motivado por la petición de perdón (30 de septiembre) de la Iglesia católica francesa por su silencio ante las leyes y actuaciones antijudías del régimen petainista de Vichy. El obispo Echarren se quejaba de "la mala memoria de algunos políticos, comentaristas e incluso historiadores", así como de "la falta de seriedad de algunos periodistas, sobre todo si son jóvenes, a la hora de investigar el pasado reciente", para concluir que el reportaje apenas se detenía en un hecho que el autor del artículo considera capital para el asunto tratado: la asamblea conjunta obispos-sacerdotes celebrada en septiembre de 1971 en España. Leído atentamente el reportaje, se observa que relata de manera concisa pero completa en lo esencial aquel hecho, sin duda capital, de la historia de la Iglesia española en las postrimerías del franquismo. Así, reseña la tentativa de petición de perdón debatida en la asamblea conjunta como forma de enmendar el yerro histórico del inequívoco apoyo dado a Franco por los obispos españoles en su carta colectiva del 1 de julio de 1937, el fracaso de dicha tentativa por no alcanzar el suficiente quórum en la votación y las presiones de las autoridades franquistas sobre los obispos para evitar su voto a favor de esa revisión histórica.

Desde el punto de vista de los hechos, poco aporta el artículo del obispo Echarren a lo relatado en el reportaje periodístico, salvo los pormenores de la votación. Otra cosa es la valoración que merece aquella asamblea en relación con el tema controvertido de si la Igle sia española pidió o debe pedir perdón por su actuación en la guerra civil. Las personas consultadas en el reportaje -obispos, teólogos, historiadores manifiestan una clara división de opiniones sobre el alcance real de aquel conato de arrepentimiento. Pero todas las res puestas son razonadas, como corresponde a personas conoce doras, por uno u otro motivo, del tema planteado. , De su artículo se desprende que para Ramón Echarren aquella toma de posición de la asamblea conjunta obispos sacerdotes, aunque no fuera aprobada ni asumida oficialmente por la jerarquía católica de la época, fue suficiente, de modo que "lo que ha hecho ahora el episcopado francés lo hicieron, por tanto, en 1971, los obispos y sacerdotes de la Iglesia de España". Pero ésta es la tesis que cuestionan los lectores que se han manifestado al Defensor del Lector sobre el tema. "No sólo no es suficiente", replica Benito Delgado Gracia, de Madrid, "sino que ni siquiera se ha llegado a producir de una manera formal y pública, de una manera que, aparte de los iniciados, se pueda decir que los clérigos españoles han lavado su ropa; lo que se hizo, como ya se ha apuntado, se quedó en un intento fallido". Otros lectores subrayan que lo sucedido en aquella asamblea conjunta no suple la falta de una reflexión autocrítica por parte de las instancias jerárquicas de la Iglesia respecto de su actitud en el cruento conflicto que enfrentó a los españoles en 1936.

¿Cómo valorar, a 26 años vista, aquella asamblea conjunta en la que desempeñaron un papel fundamental -primero, para que se celebrara, y, después, para que discurriera por derroteros acordes con las directrices del Concilio Vaticano II- el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, recién llegado a Madrid en aquellas fechas, y su entonces obispo auxiliar Ramón Echarren? El Defensor del Lector ha pedido una opinión autorizada al historiador Fernando García de Cortázar, autor, con Manuel González Vesga, entre otras obras, de una muy popular Breve historia de España. A su juicio, "la propuesta de la jerarquía y los sacerdotes de pedir perdón por no haber promovido la reconciliación entre los españoles sirvió, aunque no tuviera los suficientes votos para ser incluida en las conclusiones oficiales de la asamblea, para intranquilizar al Gobierno y para espolear al catolicismo integrista, que arremetió contra el "furor democrático" de la Iglesia y su actitud de "autodemolición". En todo caso, para García de Cortázar, toda esta sacudida de arrepentimientos y peticiones de perdón por acontecimientos pasados "puede ser una maniobra de distracción que encubra responsabilidades de la Iglesia respecto de su actividad y magisterio actuales". "Si la Iglesia quiere pedir perdón", señala, "me parece mejor que se lo suplique a personas que actualmente sufren por decisiones de la jerarquía o por conductas poco evangélicas de quienes ejercen el poder eclesiástico". Desde parecida filosofía, un lector de Madrid, Jesús Ortega, apostilla que "todo tuvo un sentido ayer, si es que de verdad llegó a tenerlo; hoy, lo único a destacar es que todo aquello se ha de rechazar, se ha de cubrir con la más clara y descarada repulsa, por las cotas de sangre que amasó".

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Ser del Opus

¿Tiene interés informativo que un miembro del Gobierno sea del Opus Dei? Un lector, José Muñoz Pérez, no cree que lo tenga, y cuestiona, por tanto, la procedencia de señalar que la ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, pertenece al Opus, como se hace en la entrevista a dicha mi nistra aparecida en EL PAÍS del domingo 26 de octubre. Este lector estima que "dicha afiliación (o como deba llamarse) no debe tener tratamiento preferente" ni mencionarse, como "no dicen a qué religión pertenece cuando entrevistan a otra persona".Si la pertenencia al Opus Dei fuera la mera expresión de una creencia religiosa, limitada a la esfera de lo personal, el lector tendría razón. Pero en el caso del Opus Dei se trata de una creencia que toma cuerpo en una institución religiosa con específica voluntad de desarrollar sus compromisos, real o pretendidamente espirituales, en el seno de la sociedad y del modo más reservado posible. El autor de la entrevista, Tomás Bárbulo, ha aportado al Defensor del Lector un ramillete de citas de Camino y de otros textos del fundador del Opus, el beato Escrivá de Balaguer, que documentan esos objetivos y modos del Opus. Como muestra, baste la siguiente: "Cuando la mujer haya de ocuparse en una actividad política, su fe cristiana le confiere la responsabilidad de realizar un auténtico apostolado" (Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer, Ediciones Rialp, 1986).

Tiene, pues, interés informativo conocer que tal o cual miembro del Gobierno es del Opus. Es una forma de control social sobre su actuación pública de modo que no la supedite más a sus compromisos espirituales, adquiridos en el seno de una organización religiosa, que a los de su función como gobernante en un Estado laico y aconfesional como el actual español.

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