¿Réquiem por el Milan?
La sociedad italiana contempla con incredulidad el naufragio del otrora equipo estrella del país
Ha perdido la antigua elegancia, dice la diseñadora de ropa Krizia. Tiene grandes "firmas" pero funcionan en solitario, se queja el editor Leonardo Mondadori. La culpa es del dinero corruptor, sostiene la ex presidenta de la Cámara de Diputados Irene Pivetti. Opiniones críticas como éstas, se escuchan a diario en Italia de labios de políticos, intelectuales, modistas, obreros y patrones cuando se aborda el tema del Milan.Miles de millones invertidos en renovar la plantilla tres entrenadores en año y medio, ¿y todo para qué? El Milan pierde partido tras partido, encaja goles sin apenas marcar, y el Inter, el gran rival, le saca a estas alturas once puntos en la clasificación general. El mazazo definitivo llegó hace una semana cuando el equipo lombardo cayó abatido por el Lecce, un contrincante menor. Los tiffosi milaneses, entre los que figura Fausto Bertinotti, líder del Partido de Refundación Comunista, no saben a quien encomendarse. Ni siquiera el sufrimiento de Berlusconi, bestia negra de los neocomunistas, es un consuelo en esta hora de dolor deportivo.
¿Culpa de los árbitros, del exceso de jugadores extranjeros, del entrenador Fabio Capello, empeñado en resucitar el pasado? Se dice que la mezcla explosiva creada por la política de fichajes ha provocado un verdadero cisma en los vestuarios. Se habla de una jungla de clanes: el de los italianos, el de los eslavos, el de los franceses, el de los holandeses, el de los brasileños, el de los solitarios. La lista de recientes adquisiciones habla por sí sola. Ibrahim Ba, Taibi, Cardone, Bogarde y Patrick Kluivert, Ziege, Maini, Andersson... "No es cierto", niega Berlusconi, "hay armonía plena en el club, entre los jugadores, el entrenador y la administración". ¿Qué ocurre entonces? El dueño del club admite que falta la suerte. En Italia el éxito en el fútbol está ligado más de lo que parece a sociedades civiles exitosas. Y otro tanto podría decirse del fracaso.
Pero Milán-ciudad florece y la crisis del otrora equipo número uno, quizás haya que ligarla al ocaso político de su dueño. No hace mucho, la revista británica The Economíst certificó la defunción política de Silvio Berlusconi, implicado en el cuarto proceso judicial. No son pocos los que buscan explicaciones extradeportivas a una catástrofe que nadie querría considerar irreversible. Para algunos está claro que la estrella fulgurante de un equipo que en diez años (1986-1996) conquistó cuatro Supercopas de Italia, tres Copas, dos Copas intercontinentales y tres Copas de Europa, se apaga irremisiblemente. "El Milan de hoy no tiene alma, y muchos menos juego", declara tajante el comentarista Roberto Beccantini en La Stampa.
Otros no lo ven tan negro. El editor Mondadori cree que bastaría un poco de humildad, mientras el ex candidato a alcalde de Milán por el Partido de Refundación Comunista, Umberto Gay, apuesta por la "inmolación ritual" del entrenador. En La Reppublica, se escuchan los lamentos de Berlusconi: "Claro que sufro. El Milan es sentimiento, pasión, una parte de mi vida". Berlusconi, un triunfador nato, ha dejado al descubierto su talón de Aquiles: un equipo que se desliza hacia el bando de los perdedores.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.