Tres goles de Paunovic aniquilan al Sevilla

Con siete partidos consecutivos sin conocer la victoria, difícilmente se puede conseguir el regreso a Primera División. En esta paranoia crepuscular, el Sevilla puede alcanzar metas impensables. Frente a un equipo bien plantado como el Atlético de Madrid B, filial sólo en lo formal y ya segundo, encajo su primera derrota ante su público. Sin paliativos.El Sevilla no gana desde el 14 de septiembre. Goleada al Jaén que no fue sino un espejismo para enmascarar el estrambote de caer eliminados en la Copa ante el Isla Cristina. La derrota de ayer, un solitario gol del danés Molnar frente a una máquina de meter goles llamada Veljko Paunovic, tiene el agravante del público que se dio cita en Nervión.

Es como si un crítico de teatro destacara de una obra el comportamiento del patio de butacas frente a un libreto infame, un dramaturgo aburrido y unos actores sin personalidad dramática. Partido televisado. Frente a un filial. Con el anfitrión atrapado en seis partidos seguidos sin ganar. Y, pese a tan pocos alicientes, cerca de treinta mil personas en el estadio. En otros foros de la Segunda habría funcionado la reventa.

El Sevilla empezó tan mal como terminó. Un fútbol anodino, sin mordiente, sin clase, hipotecado por dos dependencias casi exclusivas: la izquierda de Tsartas y la velocidad de Carlos. Náufragos de una embarcación a la deriva. El griego mostró su clase en dos faltas que acabaron en las manos de Ricardo y en el larguero.

Las cosas empezaron a torcerse con un fallo garrafal de Prieto que propició una ocasión clarísima de Tomic. Si el capitán no andaba fino, la tropa no le andaba a la zaga. Una variante nefasta de la obediencia debida. Una jugada entre Tsartas y Carlos, los dos únicos argumentos del equipo, acabó con la lesión del segundo y propició el primer gol visitante. Una asistencia de Pablo Lago y el remate de Paunovic, un serbio de 20 años que tendrá sitio en el primer equipo. Porque este filial, reforzado con tres extranjeros, está diseñado en la sombra por Antic.Los dos goles restantes llegaron de asistencias de Tevenet y Fortune, esta última en jugada para el regodeo. El público se consoló abroncando a Tevenet, sevillista recalado en el filial atlético. Olvidaban que la patria del futbolista, como la del escritor o el ingeniero, es el oficio.