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Buenas noticias para Olano

Abraham Olano está de vacaciones -vuelve el domingo- y quizás aún no conozca las buenas noticias que le han llegado desde París. O si no buenas, al menos reconfortantes. El año pasado por estas fechas tuvo conocimiento de que el Tour 97 sería una viacrucis montañoso que se iniciaba en el Soulor en la novena etapa y terminaba en el Balón de Alsacia diez días después. Ese día entró en un frenesí de entrenamientos, pérdida de peso, mejora en la montaña, presión y tensión nerviosa. Todo ello estalló en el prólogo, donde ya empezó a sentir las famosas sensaciones que no le abandonarían hasta el final en su Tour de la agonía.

"De algo nos tiene que valer lo que sufrimos y aprendimos el año pasado", dice Echávarri, que por primera vez en 15 años no acudió a la presentación del Tour. Olano aprendió que no por más entrenar más fuerte se llega al objetivo. Que la confianza se gana de otra forma. En 1998 la confianza para no perder los nervios antes del Tour le llegará de los 58 kilómetros contrarreloj antes del primer puerto, de la falta de dureza espectacular de las dos llegadas en alto, de las llegadas después de bajar el último puerto, de las tres etapas de transición entre Pirineos y Alpes, del diseño de Tour, en suma, que más se aproxima a sus posibilidades, sean éstas reales o exageradas. Es un diseño que no se repetía desde 1995, precisamente, desde la última victoria de Induráin.

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Dos llegadas en alto

Echávarri hace cuentas. "Si el pasado Tour, con lo duro que fue, terminó cuarto, en éste nos está permitido pensar que va a mejorar", dice el director del Banesto. "Pero que todo el mundo sepa que, aunque no lo parezca tanto, el Tour siempre es durísimo". Sí, pero menos.Frente a las tres llegadas en alto del 97 -Arcalís, Alpe d'Huez y Courchevel-, en el 98 sólo habrá dos, y más suaves: Plateau de Beille, donde en 1995 Carmelo Miranda ganó una etapa de la Ruta del Sur, y Deux Alpes, ya final decepcionante en el Giro del 94, aunque aquí llegará precedido de los grandes colosos -Croix de Fer, Galibier y Télégraphe- y, por lo tanto, multiplicado. Las otras tres etapas de alta montaña recuperan la tradición de terminar en la ciudad del valle -Luchon, Albertville y Aix-les-Bains-, lo que también favorece a Olano. O, por lo menos, le penaliza menos que terminar en alto.

Los Alpes de Saboya -los Granier, Cucheron y Porte, habituales en la Dauphiné- no los recorría el Tour desde 1989, pero Olano los recuerda, desgraciadamente, muy bien desde junio pasado. Volverá a pasar el guipuzcoano por la curva en que se cayó bajando Porte. Volverá a recordar la caída que le dejó maltrecho para el Tour.

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